Por Gregorio Sammsa *
A tres días de las elecciones P.A.S.O. queda mucha “tela para cortar”, es decir mucho para analizar sobre el mensaje que la ciudadanía depositó en las urnas el pasado domingo.
La aplastante derrota sufrida por el peronismo en la Ciudad de Villa Mercedes (casi 20 puntos porcentuales de diferencia en el global, llegando a 30 puntos en varios barrios de la ciudad) pueden explicarse desde lo coyuntural, pero ameritan una reflexión de fondo, un poco más profunda que desde la cotidianeidad.
Desde lo coyuntural bien podemos afirmar que la elección se “nacionalizó” y por lo tanto el vacunatorio vip, las fiestas de Olivos, la inserción de los medios, el precio del dólar, la inflación, etc. fueron motivos más que suficientes para el magro resultado del peronismo. Acaso todos ellos verdaderamente constituyen causas de tamaña derrota.
También desde lo provincial y municipal podemos agregar factores como la prolongada cuarentena, el claro abandono del plan de construcción de viviendas, la evidente falta de trabajo, la prácticamente nula contención por parte del gobierno a sectores que sufrieron y mucho la pandemia, tal como comerciantes (de todos los rubros) remiseros, albañiles, gasistas, plomeros, electricistas, etc.
No sería un análisis completo si no se dijera que la creciente aversión de los ciudadanos para con la dirigencia política, que a esta altura terminó de demostrar un claro comportamiento de clase o casta, aportó lo suyo. Pero especialmente dentro del peronismo. Recordemos los enojos de la gente ante la manifiesta negación del gobernador a rebajarle los sueldos a ministros, diputados, senadores, concejales.
Sin embargo, todo esto no alcanza para explicar claramente tremendo “urnazo”. Podríamos repasar desde los modos en que se armaron las alianzas y eligieron los candidatos hasta las formas en que se le pidió el voto a sectores como el Plan de Inclusión Social.
En efecto, Alberto Rodríguez Saá autoerigido tanto en los partes nocturnos de tiempos de pandemia como en la última entrevista radial previa al comicio en un “estratega”, comenzó por “invitar” a partidos tradicionalmente aliados a firmar un frente sin una sola propuesta clara. Los interlocutores seleccionados (Torrontegui, Gatto y Filomena) proponían: “Firmemos la alianza y los candidatos los pone Alberto, sin condicionamientos…”. Eso a las fuerzas que fueron invitadas, otras ni siquiera esa “suerte” tuvieron.
Las listas de candidatos se armaron sin ningún tipo de consenso ni consulta a la militancia, desde alguna oficina donde a duras penas tres o cuatro “iluminados” tomaron decisiones que, a la luz de los resultados, claramente fueron desafortunadas. Así por ejemplo en Villa Mercedes, les pareció que con el intendente de Juan Llerena (localidad donde votaron 268 personas, en contraste con Villa Mercedes que totalizó 66.249 votantes) les alcanzaba. O que con un acuerdo entre el sector de la intendencia (Frontera), La Pedrera (Mones Ruiz), la Casa de la Música (Diputada Anabella Lucero), La Upro (Surroca) y la CGT (Carlos Ponce), se garantizaba una elección. Sin contar que de esa “mesa 5” surgieron 1 amiga personal que nada tiene que ver con el peronismo y 2 hermanos, como candidatos a concejales (Mones Ruiz y Lucero).
Qué decir sobre la forma en que se reunió al Plan de Inclusión Social donde se enfatizaba “se tomará trazabilidad”, acaso como sinónimo de “asistencia” y se les pedía “humildemente” el voto porque si no “se corría riesgo de que el plan se acabe”. Como si la humildad fueran un signo de este gobierno en general y de Alberto Rodríguez Saá en particular.
Pero no es la intención de esta reflexión quedarse en lo circunstancial, sino profundizar un poquito, acaso como disparador a futuro, el análisis.
Villa Mercedes, donde el peronismo era imbatible, donde parecía imposible su realización sin un peronismo gobernando, hace ya tiempo que le viene dando la espalda al gran estratega. ¿Acaso desde que comenzó a armar las estrategias él? ¿Acaso será por eso que la segunda ciudad de San Luis no tiene ni un solo ministro? Veamos:
En la elección primaria de agosto del 2015 Adolfo (cuando todavía no estaban peleados con Poggi y su hermano) fue candidato a presidente. En Villa Mercedes perdió contra Macri. En la elección general de octubre (que a duras penas y con un escaso 1,8% había logrado pasar las primarias), volvió a perder. La provincia y el municipio se pudo ganar porque Sergio Massa había desistido de firmar un acuerdo de boletas con el macrismo. Dos elecciones, dos derrotas en Villa Mercedes.
En el año 2017, Adolfo y Alberto Rodrigez Saá contra Poggi, pierden estrepitosamente las primarias de agosto para, luego de una obscena campaña electoral donde la prebenda, los planes, los “merengueros” del 22AG, las chapas, los colchones, las promesas electorales más descabelladas degradaran la política, lograron dar vuelta la elección. Parecían invencibles, pero nadie tomaba nota de que en Villa Mercedes eran cuatro elecciones, tres derrotas.
Llega el año 2019. Separan las elecciones provinciales de la nacional, se produce el “cisma” entre Adolfo y Alberto (Adolfo es expulsado del Partido Justicialista y arma su propio frente electoral con partidos prestados) y, siempre en Villa Mercedes, pierden los dos en manos de Poggi. El mismo año en que Alberto Fernández gana en casi todo el país, Alberto Rodríguez Saá pierde la primaria presidencial y la general de octubre. Siete elecciones, seis derrotas en la ciudad de la Calle Angosta.
El primer test electoral del 2021 sucedió el 12 de septiembre y, nuevamente Villa Mercedes se expresa con un contundente 52% a 32% en contra del peronismo. Del peronismo de Alberto Rodríguez Saá, pues Poggi también dice serlo. Ni que hablar de Adolfo, que a duras penas superó el 1.5% de los votos (1,69% para ser exactos, apenas 1075 votos). Ocho elecciones, siete derrotas.
¿Casualidad o causalidad? No parece que las cosas sucedan de imprevisto ni por mera casualidad. Pareciera que el recuento de esta breve línea de tiempo que acabo de trazar quiere decir algo mucho más profundo. Pareciera que la Ciudad de Villa Mercedes no se siente integrada a la estrategia de Terrazas (y en el fondo no lo está ¿por qué habría de estarlo?) y lo hace saber, no desde la última elección, sino desde las últimas ocho contiendas. ¿Reversible de cara al 14 de noviembre? Tal vez. Pero pareciera que la sociedad mercedina está dando otro mensaje, mucho más profundo que un solo acto electoral.
Gregorio Sammsa * alias.