Las señales que da Terrazas

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11 de diciembre de 2021

Las asunciones de Rosa Dávila en Salud y de María Eugenia Cantaloube en Educación, del pasado jueves, pueden leerse como toda una definición sobre lo que se piensa políticamente en Terrazas del Portezuelo.

Si alguien, motivado por interés personal o sencillamente razonando desde otro lugar, pensó que la derrota en las dos últimas elecciones -PASO del 12 de setiembre y general del 14 de noviembre- iban a abrir el juego político del oficialismo, esta semana recibió una cachetada de realidad.

Quedan varios notificados.

Todo muestra que Terrazas se cierra aún más sobre sí misma. De hecho, quienes asumieron lo hicieron en reemplazo de funcionarios que se marcharon a cumplir otras tareas para las cuales fueron electos o por motivos personales que nada tienen que ver con una reprobación interna de su gestión. De eso no se habla, y el Gobierno sigue la lógica de: lo que no se habla no existe.

Perder la elección general por apenas 1,07 voto por mesa, parece ser la clave del “no necesitamos de nadie”, y también del “la perdimos nosotros”.

Ese razonamiento desdibuja las ilusiones que algunos grupos tenían de ser parte de un nuevo armado en el Gabinete, como lo fue antes también de participar en las listas electorales.

No hay espacio, parecen responderles todo el tiempo.

Lo cierto es que también las derrotas de setiembre y de noviembre intensificaron una correntada de mensajes por whatsapp que, algunos intencionados y otros por puro afecto militante, preanuncian el regreso de Adolfo Rodríguez Saá al mundo administrativo de Terrazas.

Es posible imaginar eso. Sí, dicen algunos. Así como alguna vez Alberto fue Jefe de Gabinete de Adolfo, entre abril y diciembre de 2001. En política todo es posible.

Es posible imaginar eso. No, retrucan otros, y lo ilustran con dos datos de contraste bien marcado. Porque su llegada implica reconocer que el Gobierno de Alberto no logra resolver problemas graves que aquejan a la sociedad, y porque pasaría a sobrar la mitad de los funcionarios.

Digamos que parecieran haber más razones del lado del no, que del sí, para descanso de esos ya aterrorizados funcionarios.

Como sea, hay que decirlo, ellos mismos, al advertir una suerte de tránsito por una zona sin cobertura de datos, sin GPS, moviéndose como por inercia, terminan alimentando esa versión.   

Es orfandad política, dicen algunos que hablan con esta página. El estilo “jugador libre” que practica Alberto los termina paralizando, no saben qué hacer, está todo detenido.

“Necesitan la figura de un padre”. Es de manual. La sociedad también la busca, dicen.

No parece entonces tan mal aquella declaración de Tona Salino luego de la derrota de las PASO cuando dijo “Tal vez falta postular a un candidato para el 2023”, y que algunos consideraron una expresión apresurada.

“Habría que ver si no falta, tal vez, postular a un candidato a gobernador para 2023. In pectore, un montón tenemos a un candidato… yo lo tengo, y todos los peronistas lo tenemos. Y a ese candidato lo vamos a llevar, quédense tranquilos, tenemos gobernador 2023 y ese gobernador va a ser peronista”, dijo Tona la noche del 12 de setiembre.

Manejará Alberto Rodríguez Saá esos tiempos conforme su expertise de ajedrecista político, entendiendo que cada día que pasa hay más incertidumbre a su alrededor, y sabiendo también que al decir el nombre del candidato, él será historia, o de mínima, “pato rengo”.

También a la oposición le desvela saber ese nombre.

Poggi ya es candidato, y está a 3,93 puntos de ganar la gobernación. Claramente no es una cuenta lineal, pero refleja la capacidad que tuvo para adueñarse de la oposición. Su figura creció 8 puntos en dos años: del 34,54% que sacó en 2019, al 46,08% en 2021.

Será Poggi el rival del oficialismo en esa elección que también estará marcada por la polarización, respondiendo a una lógica que se repite en el mundo y que los especialistas explican que se alimenta en las “cámaras de eco” de las redes sociales. Al fin de cuenta, lo que hacemos en nuestra vida virtual es seguir o vincularnos con quienes tienen el mismo o parecido sistema de ideas que nosotros.

Con la certeza del adelantamiento de la elección a gobernador 2023, y con una clase dirigencial nacional que sigue moviéndose en clave electoral pese a una coyuntura social desesperante, todo indica que en marzo veremos movimientos. Por ahora, todo cerrado.

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