La pandemia le dio otra oportunidad a los empresarios puntanos para demostrar su compromiso y responsabilidad social empresaria y devolverle a la sociedad algo de lo que miles de puntanos les dan cada día. Pero lamentablemente dieron vuelta la cara.
Carmelo Aiello, Patricio Supervielle, Mario Rovella, Victorio Gualtieri, son sólo algunos de los nombres de empresarios emblemáticos cuyas empresas son –cuando no en forma monopólica- las de mayor penetración en la sociedad puntana. Pero hay más.
Coraza Hierros, Supermercado Top, Super Vea, Tarjeta Naranja, Musimundo, Red Megatone, Supermercado Europa, Cetrogar, Garbarino, Ribeiro, Frávega, Naldo, ChangoMás, Canales de Cable y proveedores de internet, grandes supermercados, bancos, Ecogas y la propia distribuidora de electricidad, brillaron por su ausencia en estos tiempos de pandemia.
Ninguno de estos empresarios se acercó hasta el Comité de Crisis para ofrecer una mano, para poner a disposición su fortaleza empresaria y salir en auxilio de los más necesitados en este tiempo de pandemia. Tampoco lo hicieron públicamente o en forma directa con sus clientes. Alguien que dijera: en tiempo de pandemia, una línea de productos esenciales al costo, o una atención diferencial para proteger la salud de la población; una contemplación para casos excepcionales, un aporte extraordinario empresarial para comprar algo que la sociedad requiera con urgencia, algo…
Es tan poco lo que se pide que bastaría tal vez con que mejoren la calidad de sus servicios. De hecho, los bancos lideran ante la oficina de Defensa del Consumidor los reclamos por su mala atención. Allí reciben a diario las quejas contra grandes comercios, prestadores de servicios técnicos, compañías de teléfonos celulares, prestadoras de servicios de transporte, de salud y de turismo. Un capítulo aparte para las empresas de televisión por cable e internet cuyos usuarios son los más desprotegidos ante servicios que se mantienen en pie sólo por la falta de una competencia que no sea otra empresa del mismo dueño. También Ecogas, y Edesal cuyos reclamos van a dormir a la Comisión Reguladora de Energía Eléctrica.
Mientras en Acindar Villa Mercedes se produce buena parte del hierro que se consume en el país, y cada noche decenas de camiones salen a la ruta cargados de material, en San Luis durante meses faltó hierro y se encareció al punto de que muchos clientes están convencidos que se trató de una mera cuestión especulativa.
Así estos meses, la única solidaridad para con los vecinos parece haber descansado en los hombros de los pequeños comerciantes, de los negocios más chicos, de los almacenes de barrio, que pese a estar asfixiados por la presión impositiva, los vaivenes de las restricciones y la carestía generalizada, con sus libretas y sus fiados, estuvieron a la par de sus vecinos.