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Ariel Braverman, militante de Libres del Sur.
Se aproxima un tiempo distinto en la provincia de San Luis. La posibilidad de que el segundo domingo de Junio nuestro pueblo termine, a través del voto popular, con un régimen de gobierno que cumple cuarenta años en el poder se torna más y más cercana. Son muchos los motivos por los cuales se acrecentan las chances de que una alternativa al feudo que hoy encabeza Alberto Rodríguez Saá triunfe en las próximas elecciones, aunque hay un sentimiento que prevalece por sobre todos: el oficialismo es un espacio político que no quiere escuchar.
La lejanía de las necesidades de las mayorías de esta dirigencia del Partido Justicialista (que se auto proclama -sin sonrojarse- como representación política de los más humildes) no es noticia en el contexto político de los últimos años en la Argentina. El rotundo agotamiento del kirchnerismo como una alternativa popular y progresista, sumado al fracaso económico con inflación y ajuste del gobierno de Massa, Cristina y Alberto Fernández, ha llevado a una profunda crisis económica que no toca fondo desde hace una década. El sostenido aumento de la pobreza y la indigencia no frena aun en etapas de crecimiento del producto bruto. La agenda política nacional se disocia de la realidad del día a día de más de la mitad de la población que a duras penas llega a sobrevivir comiendo salteado en tiempos donde los alimentos que componen la canasta básica son el segmento que más empuja todos los meses el índice de precios al consumidor. El cumplimiento a rajatabla y sobreactuado del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional importa no sólo un freno intencionado del crecimiento de la economía en épocas donde nuestros commodities son demandados en el mundo, sino una inflación necesaria para licuar la deuda en detrimento del poder adquisitivo de los salarios. No es raro que en esta situación, el oficialismo provincial se quiera despegar del nacional, desdoblando las elecciones como la mayoría de los distritos. Para cuidar sus propios intereses son todo oídos.
Cabe preguntarnos entonces, ¿cuál debe ser la actitud del siguiente gobierno de San Luis? En un escenario electoral nacional incierto, y con una provincia que no es ajena a la realidad socioeconómica general del país, sin duda la principal responsabilidad del próximo gobernador al llegar a Terrazas del Portezuelo será escuchar a nuestro pueblo.
Escuchar a las madres y padres que administran presupuestos de indigencia para alimentar a sus hijos. Que hacen malabares a fines de febrero para comprarles un cuadernito y sostenerlos dentro del sistema educativo. Escuchar a las trabajadoras y trabajadores echados de las fábricas, que se rompen el lomo laburando en la construcción por salarios que tienen que gastar en el mismo día porque sube la leche y el pan. Escuchar a las organizadoras de comedores y copas de leche que desde Candelaria hasta Arizona viven angustiadas porque no llega ni en cantidad ni en calidad la mercadería que necesitan para ayudar a los pibes de sus barrios y pueblos que sufren de malnutrición infantil. Escuchar a miles y miles de jóvenes que no tienen la oportunidad de estudiar lo que les gusta ni trabajar de lo que sueñan. Que no son el futuro de San Luis, son el presente. Escuchar a las víctimas de violencia de género que no encuentran contención estatal en casas refugio ni acompañamiento suficiente para salir de esa situación. Escuchar a los vecinos de los barrios que sufren de inseguridad todos los días producto de banditas y transas que operan en zonas liberadas. Escuchar a los pequeños comerciantes, que necesitan el apoyo de las políticas públicas para crecer y generar empleo. Escuchar a las nuevas familias -y a las y los solteros- de los asentamientos que empezaron a crecer desde el 2015, que se constituyen sin tener la posibilidad de alquilar ni acceder a la vivienda propia. Escuchar a los y las docentes, que no tienen paritarias y son precarizados en las escuelas generativas y auto gestionadas. Escuchar a los miles de trabajadoras y trabajadores del plan de inclusión, que necesitan un gobierno que genere cooperativas y alternativas laborales con derechos en lugar de ser apretados por los punteros cada dos años. Escuchar a los sectores afectados por la privatización progresiva del sistema de salud pública provincial, a quienes les niegan medicamentos, estudios, tratamientos y operaciones en el Carrillo y la Maternidad. Escuchar, escuchar y escuchar.
Sin embargo, la escucha se queda corta sin concretar la participación de la ciudadanía en la resolución de sus propios problemas. Y no hay otra manera de hacerlo que mediante mecanismos concretos de participación popular. Las juntas vecinales, las parroquias, los clubes, los sindicatos y las organizaciones políticas con presencia en el territorio deben ser los protagonistas que le den una nota distintiva al nuevo gobierno de coalición que se avecina en la provincia. Y es que son estos sectores los que ya vienen gestionando, en la medida de sus escasísimos recursos, las soluciones a las problemáticas más acuciantes de los de abajo. Es una demanda creciente y a la cual hay que dar respuestas efectivas desde una nueva dirigencia que va a orientar el sentido de las políticas públicas el próximo ciclo político del San Luis que se viene. Sin sesgos clientelares, sin sorderas selectivas, sin protección a los autores de la violencia institucional ni de las violaciones a los derechos humanos, sin justicia adicta, sin oligarquía familiar, sin feudo ya, la clave del éxito de la nueva gestión será la construcción de una democracia participativa con poder popular. Mandar obedeciendo al pueblo para que los que hoy no nos escuchan no vuelvan nunca más.
Ariel Braverman, militante de Libres del Sur