Es la polarización, estúpido

77 veces leído
3 minutos de lectura
4 de abril de 2021

1.
Poco antes de noviembre de 1992, George Bush (padre) parecía tener todo asegurado para retener la presidencia de los Estados Unidos. Su política exterior -tras el fin de la Guerra Fría y la Operación Tormenta del Desierto, o Guerra del Golfo Pérsico- era lo suficientemente exitosa como para disparar su popularidad a un inédito 90% de aceptación, y prometerle un triunfo nuevamente. Bush (padre) parecía imbatible.
En el búnker opositor que postulaba al joven demócrata gobernador de Arkansas, Bill Clinton (46), el consultor político James Carville -siete años después asesor de Eduardo Duhalde en la batalla presidencial contra Fernando de la Rúa– decidió enfocar la campaña a cuestiones más relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y entonces pegó un pequeño cartel recordatorio que señalaba tres puntos:

  1. Cambio vs. más de lo mismo.
  2. No olvidar la salud.
  3. La economía, estúpido.
    Esa última recomendación interna funcionó finalmente como un slogan en la campaña de Clinton, y luego del triunfo en la elección presidencial, recorrería el mundo político como un mantra para destacar aspectos que se convierten en esenciales en cualquier circunstancia.

2.
Uno de los documentales impostergables, si aún no lo viste en Netflix, es «The Social Dilemma» -El dilema de las redes sociales-, una verdadera lección que explora en los fenómenos que se producen en torno a nuestro comportamiento a partir del uso de las redes sociales.
El documental dirigido por Jeff Orlowski advierte sobre los peligros de algo que comenzó como un servicio para conectarnos y que se ha convertido en una herramienta para manipular nuestros datos y crear deseos. Y todo esto dicho por los propios creadores de esas tecnologías en Facebook, Google, YouTube, Twitter, Instagram y Pinterest.
Le llaman «polarizing echo chambers – cámaras cerradas de polarización» que nos hacen vincular con usuarios que básicamente opinan igual que nosotros, cerrando el mundo a nuevas perspectivas y profundizando la polarización social a niveles extremos y en todos los temas de debate -religión, política, deporte, ciencia- con los ejemplos que a diario vemos en el mundo. Y lógicamente también en Argentina, en San Luis y en cada uno de nuestros grupos de relaciones interpersonales.
Jaron Lanier, analista y escritor, es el intelectual que más lejos llega con su agudo punto de vista: «lo que estas plataformas ofrecen a las grandes empresas es la capacidad para cambiar poco a poco nuestros comportamientos, nuestras creencias y hasta lo que somos: no es sólo un tema psicológico, sino también antropológico. Y cuando uno ve lo que las redes fueron capaces de hacer en la campaña de Donald Trump o luego en la del Brexit o la polarización política que están creando en medio mundo, uno no puede dejar de pensar que el poder de estos gigantes de los datos va mucho más allá de personalizar la publicidad o anticipar nuestros deseos y que cada vez se acerca más a la capacidad de crearlos».

3.
Las elecciones legislativas de 2021, en un contexto totalmente alterado por la pandemia de Covid-19, encajarán en esta lógica de polarización que se vive en todos los ámbitos. Si bien el menú electoral en la provincia de San Luis para los cargos legislativos nacionales tendrá varias opciones -no menos de 4- la discusión quedará signada por la polarización. No hay lugar para una tercera vía, como ya quedó demostrado en la elección presidencial que terminó otorgándole la presidencia a Alberto Fernández.
Esa disputa nacional terminó con una abismal diferencia entre el segundo y el tercer lugar: 36 puntos de diferencia. Alberto Fernández sacó 48,24% de los votos; Mauricio Macri 40,28% y Roberto Lavagna 6,14%. En esa misma elección pero para cargos de diputados nacionales por San Luis, la brecha entre el segundo y el tercero fue de más de 36 puntos de diferencia. Juntos por el Cambio obtuvo el 46,67% de los votos, el oficialismo provincial el 43,87% y el tercer lugar fue para el GEN con el 6,47%.


Las encuestas que manejan actualmente los dirigentes locales muestran similares niveles de polarización en la sociedad puntana, tanto en aquellas mediciones que se hicieron en diciembre pasado como en las más recientes, aún tibias, de mediados de marzo.
El oficialismo provincial, seguramente interesado en atomizar la oferta opositora, deberá batallar básicamente contra un rival que concentrará -ya como frente electoral o en solitario- el mayor caudal de votos opositores.
Es la polarización, estúpido.