Por Andrés Vallone
Después de los primeros seis meses y a días de la firma del Pacto de Mayo el próximo 9 de Julio, estamos ante un gobierno que representa una revolución simbólica en cuatro décadas de democracia, es el momento de poner «claro sobre negro». Es decir, aclarar y evaluar la consistencia y novedad de este proyecto. Este primer balance podría ofrecer una visión precisa del futuro de este experimento político, considerando la intención de cambio, la reconfiguración estructural del país y las expectativas de la sociedad. Quizás en esta escena tridimensional se cifre el futuro próximo de Argentina, sobre todo en las “expectativas” que sostienen a la mitad de la población que apoya.
Con la ley de Bases y el paquete fiscal aprobados, aun con modificaciones significativas; el descenso sostenido de la inflación y un ajuste severo que no provocó resistencia social, el Gobierno puede afirmar: hemos logrado mucho en poco tiempo, desmintiendo los escenarios catastróficos de la oposición. Además, se ha demostrado que era posible hacer estos cambios sin un estallido social, fortaleciendo al Gobierno frente a quienes predijeron un Apocalipsis que no ocurrió y difícilmente ocurra.
Sin embargo, la intención de reformar la macroeconomía y desafiar a la clase política puede generar un espejismo en sus ejecutores: la idea de que era fácil cambiarlo todo con suficiente coraje y determinación, omitiendo que en realidad se negoció casi todo. Del éxito prematuro a la soberbia y la omnipotencia, en política hay solo un paso, más aún si se asimila a una guerra contra enemigos ideológicos.
En este punto de inflexión, un gobierno y un líder dogmáticos enfrentan una confrontación entre el deseo y la realidad. Las propuestas fanáticas chocan con los límites impuestos por las estructuras económicas, políticas y sociales. El verdadero desafío será mantener el equilibrio entre la ambición de cambio y las restricciones del contexto.
El principio de «negro sobre blanco» no solo es crucial para los libertarios, sino también para la política en general. La recuperación no será posible sin una asunción clara de responsabilidades y sin la promoción de la creatividad y la innovación. Además, es imperativo despojar al Estado de sus privilegios y encontrar una fórmula que combine el crecimiento económico con la equidad social. Sin estos elementos, cualquier intento de progreso será en vano.
Llega el 9 de Julio, el Gobierno convoca a Gobernadores y ex Presidentes a Tucumán para suscribir (luego del fallido intento de Córdoba en Mayo), un acuerdo Nacional a través de un postulado común con miras a mejorar la situación institucional del País. Que dice el acuerdo de 10 puntos que suscribirán en la Madrugada del 9 de Julio, al menos unos 18 Gobernadores y representantes Políticos, Sindicales y Sociales:
Los aquí firmantes declaramos y ratificamos nuestro compromiso con el Pacto de Mayo, conforme a lo convenido en las siguientes diez cláusulas, establecidas con el objetivo de reconstituir las Bases de la Argentina y reinsertar a nuestro pueblo en la senda del desarrollo y la prosperidad:
- La inviolabilidad de la propiedad privada.
- El equilibrio fiscal innegociable.
- La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno.
- Una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar.
- Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio.
- La re discusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para poner fin al modelo extorsivo actual que padecen las provincias.
- El compromiso de las provincias argentinas de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país.
- Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal.
- Una reforma previsional que le dé sostenibilidad al sistema y respete a quienes aportaron.
- La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser protagonista del mercado global.
Quienes suscriben al presente documento, se comprometen a su vez a la constitución de un Consejo de Mayo, para discutir el grande, augusto y sagrado objeto de la refundación de la Patria.
Este organismo estará compuesto por un Presidente del Consejo de Mayo, por un representante del Poder Ejecutivo Nacional, un representante de la Cámara de Diputados, un representante de la Cámara de Senadores, un representante de las provincias, un representante de las entidades gremiales y un representante del sector empresarial.
Milei representa una ruptura con lo tradicional y, aunque su enfoque pueda ser controversial, no se puede negar que ha obligado a la sociedad a reexaminar sus valores y prioridades. En última instancia, su legado puede ser el catalizador que empuje a una renovación profunda y necesaria, incluso si su propio camino resulta tumultuoso y lleno de obstáculos. La era que dejará atrás, sin lugar a dudas, marcará el fin de un ciclo y el inicio de nuevas formas de pensar y actuar en el ámbito político y social
Nos guste o no, Javier Milei ha provocado una sacudida en el sistema político y social. Aunque su éxito a largo plazo es incierto y podría enfrentarse a numerosos desafíos, su impacto ya ha dejado una marca indeleble. Ha cuestionado estructuras y paradigmas establecidos, poniendo de relieve las falencias de una era cultural que parece estar en su ocaso, quien así no lo entienda quedara afuera de lo que viene , una nueva era donde en términos políticos el fenómeno no es Milei, es el ciudadano que cambió su forma de ver y pensar la política.
Andrés Vallone – Analista Politico
Dir. Vallone & Asociados Consultores