Estos primeros cuarenta días del gobierno de Claudio Poggi han estado orientados a desactivar la bomba institucional-económica que plantó Alberto Rodríguez Saá para que el nuevo gobierno volara por los aires.
Dejó un territorio minado como parte de “un plan sistemático de desestabilización” orientado a “quebrar la voluntad popular” en palabras de Poggi.
Esa tarea en la que debió concentrarse el nuevo gobierno demandó una serie de acciones entre las que se puede mencionar:
- la anulación de contratos en puestos con jugosos sueldos que se habían asegurado ex funcionarios, amigos y familiares
- la cancelación de privilegios que iban desde la asignación de custodias personales para el ex gobernador hasta contratos millonarios a futuro para su empresa familiar
- la toma del control de instituciones para que no se convirtieran en guaridas políticas por las cuales siguieran drenando fondos públicos
- la recuperación de maquinarias y parque automotor abandonados
- la instrucción de decenas de denuncias por corrupción algunas de las cuales ya se tramitan en la Justicia penal
- y la permanente búsqueda de fondos para poder abonar los sueldos de los trabajadores estatales en un solo pago, autorización que rechazaron los legisladores de la oposición.
- y varios etcéteras más…
Sin embargo, más allá de todas esas acciones que claramente marcan un nuevo rumbo, el nuevo gobierno produjo un hecho altamente simbólico y que puede considerarse como una síntesis del cambio cultural que promueve en respuesta a la demanda social.
Hablamos de la recuperación del Salón Blanco como un espacio de puertas abiertas a toda la sociedad.
Ese espacio, que no es cualquier espacio sino tal vez el más sagrado en términos de representación institucional, había sido copado para los actos partidarios del gobierno que se fue. Y mucho peor, se había convertido en el teatro para las risotadas de los funcionarios que celebraban cualquier ocurrencia de su jefe.
Ahora volvió a ser un espacio para todos los sanluiseños y recupera, con actos masivos y en pocos días, el espíritu original e histórico que le corresponde en su carácter de Salón Blanco.
Luego de un austero trabajo de reacondicionamiento que hicieron los propios trabajadores del Estado tras la asunción de los ministros el 10 de diciembre -no se necesitó ninguna millonaria contratación de empresa como era el estilo de la anterior administración-, abrió sus puertas a la sociedad.
Cientos de familias lo utilizaron el viernes para reunirse y celebrar al recibir las escrituras de sus viviendas, a la par de los anuncios de nuevas políticas públicas como el Plan “Escriturá Tu Casa” que presentó el propio gobernador.
Este sábado lo ocuparon los representantes de alrededor de 500 asociaciones; cooperadoras, clubes sociales y deportivos, agrupaciones gauchas, centros vecinales, culturales y de jubilados para el lanzamiento de un programa de Fortalecimiento Institucional destinado a ONG´s.
Y por la tarde y anochecer de este sábado fue sede de una reunión del Gobernador con representantes de instituciones de toda la provincia que trabajan en temas de discapacidad y que pudieron plantear cara a cara la situación general y sus realidades individuales.
El Salón Blanco de una Casa de Gobierno es en sí mismo toda una institución, y así lo deben entender aún quienes lo transitan con cierta familiaridad por su trabajo habitual. Una suerte de espacio sagrado, de “templo” de la democracia dentro del edificio de gobierno.
Digamos también que, tristemente el histórico Salón de la también histórica Casa de Gobierno de San Luis, aquel que fue sede del acto de asunción de autoridades tras la recuperación de la democracia en 1983, es hoy utilizado para que allí asuman autoridades judiciales que llegan a ese Poder luego de transitar cuestionados y/o escandalosos procesos de nombramiento, y en ocasiones para el dictado de cursos de capacitación del personal judicial, lo que parece bastante poco, ¿no?.
¿A nadie se le ocurrió su preservación como un espacio de valor histórico, o alguien ha intentado borrar la historia? .
Volviendo al tema que nos ocupa, el del Salón Blanco del edificio de Terrazas del Portezuelo que abrió sus puertas a la sociedad, digamos que en los tres casos citados anteriormente lo utilizaron vecinos que llegaron de distintas localidades de la provincia, y que para muchos de ellos fue su primer ingreso a ese “Sanctum Sanctorum” institucional del gobierno provincial.
Esos ciudadanos han recuperado para sí el Salón Blanco de Casa de Gobierno, y eso es parte de un cambio cultural que celebramos.
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