Las miserias de un playboy frustrado: El amor antes que la salud de los puntanos…
“Hicimos una campaña muy interesante durante tres años. Llevamos las chicas a correr tours a EE.UU. y después al Giro de Italia… La Provincia de San Luis puso todo para el ciclismo y nosotras hicimos ruido. (Después) Los políticos no lo entendieron. Derivaron los presupuestos de deporte a salud y nos quedamos sin equipo…” (Declaraciones de la ex modelo Delfina Frers al Diario La Nación acerca de sus “amorosos” años como ciclista en San Luis. Edición del Lunes 11 de septiembre de 2023).
I. Introducción.
El reciente reconocimiento público de que Delfina Frers recibió financiamiento de fondos provinciales para sus aventuras ciclísticas en el extranjero no hace más que continuar un patrón de despilfarro que ya conocimos en el Gobierno de Alberto Rodríguez Saa a través de la Ley de Cine. En ese caso, los principales beneficiarios también eran relaciones afectivas del gobernador, como Leonor Benedetto y Esther Goris.
Bajo la máscara de la promoción provincial, se ocultaban enormes negocios lucrativos. Un ejemplo notorio fue el empresario Jorge “Corcho” Rodríguez, quien prometió, pero nunca cumplió, traer a San Luis a las mas importantes estrellas de Hollywood. En el fomento internacional del ciclismo puntano, vemos la misma fórmula: millonarios fondos públicos fluyendo hacia las parejas del actual gobernador, sin la debida rendición de cuentas.
El caso de Delfina Frers tiene sus propias particularidades y anécdotas.
II. El Comienzo de la Historia.
“Hola. Somos corredoras de autos. Si el Gobierno nos ayuda económicamente, podemos incluso con nuestro vehículo representar a la Provincia de San Luis. Hasta haríamos un muy bien equipo…” le dijo la rubia al funcionario puntano.
“¿Y vos que le respondiste?” lo interpeló más tarde el Jefe al enterarse del ofrecimiento. “Les respondí que lo pensaría y que después me comunicaría con ellas. Me dieron sus teléfonos…” respondió el funcionario. “Entonces llámalas ya mismo e invítalas esta noche a cenar…” le ordenó.
Esa misma noche dos vehículos se detenían en la playa de estacionamiento de un coqueto y exclusivo restó ubicado en la zona norte de Buenos Aires. Del auto de alta gama se bajaron los dos amigos. Del Fiat Duna modelo 80, bajaron ellas. A la media noche, y después de una cena gourmet, bien regada a luz de las velas, ambos vehículos se retiraron por caminos distintos y destinos presuntos. Los pasajeros se habían intercambiado (según relato de uno de esos cuatro protagonistas al autor de la nota).
Como en la historia del rey Luis XV y Madame Pompadour, una vez más la concupiscencia en el ejercicio del poder se aliaba con el amor pago para beneficio recíproco.
III. El admirador puntano del playboy Porfirio Rubirosa.
En los años 60, todos leíamos a Ian Fleming y veíamos sus películas, las de James Bond. Sabíamos que sus historias se inspiraban en el playboy dominicano Porfirio Rubirosa. Nos sentíamos como él. Todos teníamos su misma ambición, ninguno su mismo “talento”…
Porfirio Rubirosa (1909/1965), de origen dominicano fue un famoso playboy, quien por su estilo de vida en el jet set internacional y sus legendarias proezas sexuales con las más bellas actrices de Hollywood de los años 50, sirvió de inspiración al escritor inglés Ian Fleming para su personaje novelesco y cinematográfico James Bond. Gran apasionado al polo y a las carreras de autos, ambos costosos deportes, los realizaba a costa de sus esposas millonarias. También fue militar y diplomático, llegándose a ser acusado como espía para su país.
Conquistó y desposó a varias mujeres, entre ellas algunas de la alta sociedad europea y americana. Llegó a contraer nupcias con la primogénita del dictador Trujillo llamada Flor de Oro entre otras. Se lo vinculo sentimentalmente también con famosas actrices como Dolores del Río, Marilyn Monroe, Ava Gardner, Rita Hayworth, Joan Crawford, Verónica Lake, Kim Novak, Judy Garland y Zsa Zsa Gabor.
Entre sus “talentos” más famosos existe una conocida leyenda difundida nada menos por el afamado y exclusivo restaurant Maxims de Paris, que denominó con su nombre al artefacto de moler la pimienta de mesa o pimentero.
Descartada entonces la posibilidad práctica de imitar al gran Porfirio y al personaje cinematográfico James Bond, no pocos jóvenes puntanos de aquella época soñaron algún día al menos parecérsele en algo.
Uno de ellos intentó años después hacerlo desde el poder provincial. Son conocidas las anécdotas en su adolescencia donde el éxito galante de sus amigos le provocaban no pocas frustraciones. Sería el poder político conquistado en los años posteriores el medio para compensar aquellas tristes experiencias juveniles. Y lo haría no con el talento de Porfirio, sino con los dineros públicos de los puntanos. Las presas de su cacería no serían otras que las bellezas de su añorada juventud.
Con el tiempo, aquellas bellezas dejaron de satisfacerlo. Fue entonces cuando decidió lanzarse al escenario nacional e internacional. Los recursos económicos estaban. Ideó entonces ambiciosos proyectos culturales para atraer a sus nuevas presas. El dinero público fue su carnada. Primero fue el cine, después lo fueron los deportes.
IV. Como en la novela «La Fiesta del Chivo».
Cuenta el escritor peruano Mario Vagas Llosa en su novela “La Fiesta del Chivo” (Santillana Ediciones. España. 2000) una desopilante anécdota acerca de las correrías que en Hollywood tenían Porfirio Rubirosa y su cuñado Ramfis Trujillo, hijo del entonces dictador dominicano.
“A mediados de los años 50, mientras el hijo de Trujillo se capacitaba militarmente en la Academia americana de Fort Leavenworth, aprovechaba los fines de semana para ir a divertirse a la bulliciosa Hollywood, donde con su amigo y cuñado Porfirio Rubirosa protagonizaban millonarias juergas con renombradas actrices y que eran comentadas con delirio por la prensa de la farándula y el chisme. La columnista más célebre de Los Ángeles Louella Parsons revelo que el hijo de Trujillo había regalado un Cadillac último modelo a Kim Novak y un abrigo de visón a Zsa Zsa Gabor. Un congresista demócrata calculo, en sesión de la Cámara de Representantes que aquellos regalos costaban el equivalente a la ayuda militar anual que el Gobierno de Washington concedía graciosamente al Estado dominicano y pregunto si esa era la mejor manera de ayudar a los países pobres a defenderse del comunismo y de gastarse el dinero del pueblo americano. Imposible fue evitar el escándalo. La Academia militar, a través del Departamento de Estado, le hizo saber al Generalísimo que su hijo no tenía la más remota posibilidad de aprobar el curso y que iba a ser expulsado, así que convenía más lo retiraran discretamente de ella” (Páginas 151/52).
Para evitar la deshonra de su hijo, escribe Mario Vargas Llosa, el dictador Rafael Leónidas Trujillo lo hizo nombrar Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas dominicanas, hasta organizarle incluso un gran recibimiento a su regreso de EEUU.
“En el desfile militar organizado en el Puerto de la Ciudad, sobre la entrada del Rio Ozama, el yate presidencial Angelita que lo traía de regreso desde Miami demoraba su atraque. Advertido el Generalísimo de la demora subió el mismo al yate en busca de su hijo. Que sorpresa, que decepción, que confusión se apoderaron del Jefe al entrar el yate y descubrir el estado calamitoso, de nulidad babosa en que la orgia viajera había dejado al pobrecito de Ramfis. Apenas se tenía de pie, incapaz de articular una frase. Su lengua floja e indócil emitía gruñidos en vez de palabras…. El desfile militar fue cancelado y la jura como nuevo Jefe militar también…” (página 156).
V. San Luis: ¿Ver y Callar?.
“Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez…”. (Proclama insurreccional de la Junta Tuitiva en la Ciudad de La Paz de 1809 citada por Eduardo Galeano como prefacio en su clásico libro “Las venas abiertas de América Latina”).
¿Los ciudadanos de San Luis estábamos al tanto de las millonarias sumas de dinero público que Alberto Rodríguez Saá ha invertido en sus relaciones afectivas a lo largo de estos años?. ¿Cómo se diferencia esto de los derroches en las juergas de Rubirosa y Trujillo?. Somos testigos silenciosos de una relación amorosa y triangular en la cima del poder, donde uno busca satisfacer su libido juvenil frustrada, otro se beneficia con los dineros públicos, y el tercero, el pueblo, sufre la carga de impuestos mal utilizados.
La historia nos enseña que cuando se mezcla la lujuria en el poder con el amor pago, el costo lo paga siempre el contribuyente. Sólo una ciudadanía informada y vigilante puede prevenir que estos hechos vergonzosos se repitan en San Luis.