Un mes después de que Alberto Rodríguez Saá perdiera las elecciones en junio de 2023, precisamente a las 2:34 de la madrugada del miércoles 19 de julio, Sergio Freixes registró a su nombre la marca Festival del Caldén, y se adueñó del nombre del festival que durante 20 años se realizó gracias a los millonarios aportes del Estado provincial
¿Qué hizo esa madrugada el dirigente político de mayor confianza de Rodríguez Saá y hoy preso por obligar a jueces a firmar su renuncia anticipada? Ni más ni menos que apropiarse del nombre del tradicional festival registrándolo como suyo en el Registro Nacional de Marcas.
Así consta en la web de ese organismo, en donde se informa que la marca Festival del Caldén -, fue registrada –Número 3582231- en un 100% a nombre de Sergio Freixes para la organización de: eventos con fines culturales, organización de eventos culturales locales, organización de eventos culturales y artísticos, organización de eventos musicales, producción de eventos recreativos en directo, realización de eventos deportivos; trámite con domicilio real en San Martín sin número, localidad de Nueva Galia.

La fiesta del sur puntano que durante años fue presentada como una celebración popular y de identidad colectiva, y que acaparó los recursos del Estado Provincial en detrimento de otras fiestas populares en distintas localidades de la provincia, fue apropiada por Freixes luego de la derrota electoral de su jefe político.
Es decir, una fiesta que se construyó con recursos públicos, participación comunitaria y un fuerte arraigo en el sur provincial quedó jurídicamente apropiada por Freixes.
De fiesta popular a marca registrada
Durante años, la Fiesta del Caldén fue presentada como un evento identitario de Nueva Galia y de toda la región sur de San Luis. Artistas internacionales, nacionales y locales, familias, instituciones y vecinos participaron de su crecimiento, siempre bajo la idea de una celebración abierta, popular y colectiva.
Sin embargo, el registro marcario cambió de raíz esa lógica. Al quedar bajo titularidad privada, el festival pasó a ser un activo comercial: puede venderse, licenciarse, explotarse económicamente o incluso impedir su uso a terceros.
De hecho, la promoción de un nuevo Festival del Caldén del 20 a 22 de febrero próximo aparece promovida por una productora privada llamada “Parábolas Producciones”.
Curiosamente -o no- la cuenta oficial de esa productora en Instagram tiene sólo 3 publicaciones, apenas 33 seguidores, entre los cuales se destacan varios familiares del propio Freixes, y sigue a otros usuarios 7 usuarios, entre ellos a la propia hija de Freixes, Diamela.

Una decisión política con consecuencias culturales
La pregunta de fondo es política y cultural: ¿Puede un dirigente apropiarse legalmente de una fiesta construida por una comunidad?. ¿Quién protege el carácter público de los eventos populares cuando dejan el poder quienes los administraban?.
Lo ocurrido con la Fiesta del Caldén revela una práctica preocupante: la privatización silenciosa de bienes culturales colectivos, convertidos en marcas registradas y luego comercializadas como si fueran propiedad personal.
En Nueva Galia y en el sur provincial, la sensación es clara: lo que fue una fiesta del pueblo hoy es un negocio privado. Y esa transformación no pasó por ningún debate público, ordenanza, ni decisión colectiva, sino por un trámite administrativo realizado en soledad, después de una derrota electoral.

El caso Anabela Lucero
Lo misma metodología que Freixes utilizó la ex diputada Anabela Lucero, que se apropió de la marca «Rock en la Casa» y lo patentó a su nombre, incluso utilizando el logo característico de ese festival que fue organizado y financiado con aportes del Estado Provincial.

Ese registro se hizo dos meses después de que Rodríguez Saá perdiera las elecciones y mientras ganaba fuerza una revelación: el exgobernador le ordenaba a sus dirigentes el «exterminio» del Estado provincial vaciándolo de recursos materiales, también «simbólicos y digitales».
