Todo depende de la evolución de la pandemia. Ese podría ser el párrafo que sintetice la mirada que por estas horas los gerentes, directivos, y empleados de bancos puntanos tienen en sus escritorios, argumento central de los más variados informes de varias consultoras que asesoran a las gerencias locales y regionales.
El panorama es sombrío.
Los hombres de negocio creen que no hay margen para seguir cerrando la economía. Y que incluso, cualquier intento del Estado por socorrer a los ciudadanos o a las empresas que fueron golpeadas por las restricciones, inequívocamente terminará generando mayor inflación.
A la vez advierten que si se suman nuevas restricciones a las que ya han impuesto los gobiernos, la actividad económica se seguirá deteriorando, crecerán las demandas sociales, habrá mayor déficit para el Estado, se incrementará la emisión de dinero y consecuentemente -también- habrá más inflación.
Creen que en el Estado lo saben, y que por eso el combate contra la pandemia -más allá de estas últimas medidas restrictivas- es menos intenso que el que encerró a los argentinos dentro de cuatro paredes en los primeros meses de 2020.
Pese a que la segunda ola de contagios de coronavirus muestra indicadores muy superiores a los del año pasado, las medidas son notoriamente más relajadas que entonces; y es el rubro de los restaurantes el más afectado, generador en forma directa del 1,1% del Producto Bruto Interno argentino. La severidad es sectorial, dicen.
No obstante, si el porcentaje diario de contagiados no retrocede, las restricciones continuarán y la recuperación económica seguirá estancada, y se afectará cada día con más intensidad una mayor cantidad de rubros.
Los estímulos económicos lanzados por los Gobiernos de otras naciones con economías consolidadas y fuertes, y la producción de vacunas mejoró las expectativas globales de crecimiento, pero esa realidad tiene otra cara para economías volátiles y débiles como la de nuestro país, y con un ritmo de vacunación insatisfactorio que obliga al Gobierno a tomar medidas restrictivas mientras aguarda la llegada de nuevas dosis para inocular a su población. Los países más desarrollados podrían llegar a completar porcentajes de vacunación muy satisfactorios para mediados de este año, pero en países como Argentina la cobertura sería infinitamente inferior incluso aún para fines del 2021.
Esto hace que su población sea muy vulnerable desde el aspecto inmunológico, que quede expuesta a los efectos devastadores de nuevas olas y cepas, y así la asfixia también será económica. Con esa lente, la inflación en Argentina tiene más posibilidades de superar la previsión del 50% que proyectaron los especialistas, que de ceder algunos puntos porcentuales.
Poco hay para celebrar en esos papers. Tal vez se rescate una reducción del déficit primario anualizado comparado con el cierre del primer trimestre del 2020 y que la mayoría de los sectores de la economía están operando a un 90% del nivel de febrero de ese año.
Ya lo decían los informes a los que accedieron estos mismos gerentes en febrero pasado, cuyas lecturas esta página reflejó: todo es incertidumbre. Y más que nunca depende de la pandemia.