¿Quién quiere ser funcionario?

26 de febrero de 2022
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El gobernador Alberto Rodríguez Saá junto a su hijo -foto en la primera noche del Festival del Caldén- y al secretario general de la Gobernación, Miguel Berardo analizan introducir algunas modificaciones en el armado del Gabinete provincial, y es fuerte la posibilidad de que los cambios que decidan se conozcan en los próximos días.

Ese nuevo armado responde a lo que esta página viene relatando en los últimos meses: intentar poner orden en un gabinete que perdió dos elecciones en setiembre y noviembre pasado y que pervive pese al paso del tiempo y los problemas.

Claro que también está la idea de oxigenar la gestión, darle un cambio de aire, aún cuando los nombres que puedan aparecer no sean nada lejanos a la actual mesa chica de conducción.

Tal como esta página señaló en su edición del domingo pasado, el oficialismo está sumido en un desorden que va fragmentando o despedazando cada vez más su sustento político en la calle.

No hay ningún lazo que una al Gobierno con la gente más allá del otorgamiento de planes.

Rodríguez Saá es consciente de ese cuadro, y del escenario electoral que enfrentará. Y por eso interviene.

Su Gobierno tiene demasiados flancos abiertos a la espera de un golpe de timón verdadero.

Trabajo: faltan políticas generadoras de trabajo genuino. El desempleo hace estrago y la mitad de los puntanos están en la pobreza.

Ese cuadro se agravará aún más si a los beneficiarios del Plan de Inclusión se les prohíbe definitivamente el acceso a otros planes nacionales.

Qué pasará con las economías familiares en marzo cuando además del impacto que tiene el inicio de clases y de actividades de los chicos, los padres tengan que empezar a devolver los préstamos que lanzó el Gobierno en la campaña electoral.

Salud: la precarización laboral del recurso humano es muy grave. El Gobierno está sepultando la Carrera Sanitaria y sólo quiere tener médicos monotributistas que le facturen. Se requiere privilegiar los médicos, enfermeros y profesionales de la salud, en lugar de poner sólo el foco en la construcción de obras para la salud.

Vivienda: la falta de continuidad en la política de construcción ha generado que haya más de 55 mil inscriptos esperando sin respuesta seria a la vista. Hay unos 23 asentamientos en la provincia de San Luis según un relevamiento de las organizaciones sociales que reclaman una urgente intervención del Gobierno. Hoy en día la única figura del Estado que llega a esos lugares es un patrullero.

Seguridad: La realidad lo dice todo, las calles son de los delincuentes. Está desmadrada.

Adicciones: No hay un plan estructurado, serio, y la droga está haciendo desastres en la provincia. Hay un evidente crecimiento del consumo, que denuncian las más variadas instituciones, empezando por el Obispo. Ese flagelo extiende sus tentáculos sin reconocer barreras sociales, geográficas, culturales, ni económicas.

Comunicación: Hacia afuera el Gobierno confunde propaganda con comunicación. En los medios oficiales habla para adentro, en lenguaje administrativo, es impreciso, incompleto y la mayoría de las veces irrelevante. Termina aportando a la desinformación.

Gobierno: está en silencio viendo cómo ante sus ojos se destroza la figura del vicegobernador.

Pensar que alguna vez Alberto Rodríguez Saá denunció que “Cristina ultrajó la figura presidencial” por criticar en una carta al presidente Alberto Fernández. Ahora su ministro de Gobierno mira en silencio como él ultraja la figura institucional del vicegobernador de San Luis. De ese país ya no se vuelve.

 

Este breve repaso por algunas áreas del gobierno bien podría extenderse a otros ministerios en los que hoy sus responsables sólo se preocupan de cuidar el cargo, con una carencia de ideas e iniciativas lamentablemente muy caras para la sociedad.

Pese a dos derrotas electorales ningún funcionario acercó su renuncia, no hubo ni una sola autocrítica.

Todo indica que en los próximos días habrá novedades.

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