Moriñigo: «Una mesa de diálogo puntano puede armar los planes del próximo gobierno»

28 de mayo de 2022
Víctor Moriñigo. Foto UNSL.

Víctor Moriñigo (43) fue reelecto el pasado 11 de mayo como rector de la Universidad Nacional de San Luis, fórmula que compartió junto al actual vicerrector, Héctor Flores.

Convencido de que la Universidad sólo está completa si su ámbito académico trasciende puertas afuera, elevando el piso de discusión para la solución de los numerosos desafíos y problemas que enfrenta la sociedad actual, accedió a esta entrevista con DePolítica, para hablar sobre los procesos institucionales internos, el posicionamiento internacional de esa casa de estudios, el rumbo de la Universidad Nacional de San Luis y también de la realidad provincial.

 

– ¿Cómo vivió como rector y candidato el proceso electoral universitario?

– Nosotros habíamos empezado el año con un desafío que era hacer la elección. Porque el año pasado habíamos tenido que tomar la decisión de iniciar el cronograma electoral y veníamos de dos años de pandemia en los que muchas universidades habían quedado en la encrucijada de estirar sus mandatos, ya que no pudieron hacer elecciones en 2020 y 2021.

Nosotros queríamos evitar ese escenario porque no queríamos quedarnos ni dos minutos más por los cuales no fuéramos votados, así que aún en pleno caos de noviembre del año pasado armamos el cronograma electoral, con lo cual hacer la elección ya era importante.

Luego de largar el calendario nos encontramos con otra noticia: que cuando lanzamos la candidatura nos fuimos dando cuenta que íbamos solos. Y eso, si bien para el grupo político, para el entorno terminó siendo una tranquilidad, para nosotros era casi una mala noticia porque sabíamos que no íbamos a poder confrontar ni con ideas, ni con estilo, ni con agenda, ni con otro modelo de universidad, sino que toda la responsabilidad recaía en nosotros e íbamos a tener que dar explicaciones de porqué íbamos solos.

Entonces creo que lo que hicimos fue una digna campaña de ir a todos los lugares de la Universidad, y a todos son los veintisiete departamentos que componen las ocho facultades, de los tres centros universitarios, ir uno por uno a escuchar cómo se sentían.

Eso nos dejó marcadas muy buenas prioridades que nos guardamos para los próximos tres años, contra la desesperanza que tiene la gente de lo que vive en San Luis y en Argentina.

Terminamos compitiendo contra la realidad. Eso es muy duro, porque nosotros íbamos a llevar el mensaje de que la Universidad está muy bien, en una situación general muy mala. Había como una esquizofrenia en el mensaje.

Nos encontramos con eso, con lo cual tuvimos que explicar que se puede estar muy bien institucionalmente en una situación y en un contexto muy complicado, y la Universidad aprovechando que está muy bien, tiene que colaborar con eso.

Eso fue el preludio de una elección que termina y en la que obtuvimos el 78% de los votos positivos, casi un 14% más que hace tres años atrás en la primera elección cuando sí se plebiscitó contra otras fórmulas. En aquel entonces el cuestionamiento era que yo era muy joven, que no era doctor, que no venía del mundo científico y del Conicet; y después de los tres años de pandemia que un oficialismo gane con el 78% de los votos positivos, para la Universidad es histórico y para nosotros una gran responsabilidad ya que creo que nos hemos plebiscitado para los próximos tres años para seguir haciendo lo mismo, mejor, y poner esta cuestión de prioridades que nos señala la gente. Fue muy fuerte.

 

– ¿Qué diferencia hay entre aquella Universidad de hace tres años y la Universidad cuya rectoría usted asumirá en setiembre?

– Yo. Yo, porque creo que he aprendido mucho. Uno cuando llega a ciertos lugares tiene la soberbia de creer que se las sabe todas. Y los lugares públicos están muy asociados a la capacidad, y a la capacidad se la cultiva. Yo digo que he aprendido a aprender y a desaprender cosas, y a la hora de tomar decisiones como responsable máximo de una institución, institución que además es particular porque tiene rasgos distintivos que la gente a veces no comprende, como por ejemplo el cogobierno.

Yo soy estatutariamente la máxima autoridad de la Universidad para ciertas cosas, pero la máxima autoridad es el Consejo Superior. Y aun más la Asamblea Universitaria. Entonces el consenso y la sinergia positiva, la sintonía y la sinfonía tiene que ser de todos los organismos, donde también están los gremios, los estudiantes, los docentes, los no docentes, los decanos. Creo que hemos logrado esa conformación de esa paz social de la Universidad.

Ahora, es difícil lograr todo lo que uno se propone en un país en donde, durante los años de nuestra primera gestión, de esos tres años hubo dos años de pandemia, y en dos de esos tres años no hubo presupuesto público. El primer año el presidente Alberto Fernández continuó con el presupuesto del presidente Mauricio Macri, y luego la oposición no aprobó el presupuesto. De todas maneras, se hicieron muchas cosas, y creo que si algo va a cambiar en los próximos tres años es tener mayor previsibilidad.

Hay que ser muy cuidadoso entre lo que se promete y lo que se puede hacer porque los tiempos son tiranos y las licitaciones son complicadas con un 60 o 70 por ciento de inflación. Duele. No tenemos presupuesto público. Hay una situación particular complicada de la que me tengo que hacer cargo y le tengo que brindar una solución a la gente a pesar de tener todos esos vientos en contra.

 

– ¿Hacia dónde va la Universidad?

– Caminamos hacia la modernización y una transformación sin deformación.

 

– ¿Cómo es eso?

– Nosotros tenemos que transformarnos, porque después de la pandemia no salimos iguales.

No podemos perder ni un segundo en tener una dicotomía y una grieta más, como la que tenemos los argentinos y nos encanta.

Nosotros no podemos pasarnos una vida discutiendo si presencial o virtual. Lo que nosotros tenemos que hacer es transformarnos en una organización educativa, de educación superior, moderna porque los chicos hace rato que no son lo mismo que hace veinte años. Y después de la pandemia peor aún.

Las universidades perdieron el monopolio de la educación. Hoy cualquier dispositivo te brinda cualquier tipo de capacitación, y la gente está yendo a allí, porque nosotros no le damos respuesta. Porque vienen a la una y la mesa de entrada cerró, porque mañana hay paro, porque los planes de estudio son anticuados, porque les pedimos títulos y si estás dos o tres años parece que no estuviste nunca en la universidad, no hay título intermedio, hacemos agua… esta universidad y todas. Tenemos una forma de dar la educación distinta. Ahora, ¿por qué sin deformarnos? Porque tenemos la custodia de nuestra calidad, nosotros sí todavía tenemos la certificación de ese saber. Tenemos que tener una rigurosidad científica y académica, única.

Tengo claro que es un desafío de largo plazo por lo tanto yo no lo voy a ver terminado. Yo no puedo seguir más allá de mi mandato (2022-2025), por eso debo dejar las bases para que se entienda que ese es el camino.

 

– En su campaña aseguró que si ganaba la elección convocaría a una mesa de diálogo social en la Universidad. ¿Cuál es el sentido de esa iniciativa?

– Yo aprendí también que los discursos del Rector tienen un discurso interno y uno hacia afuera de la Universidad. Al afuera no le interesan las particularidades del postgrado, lo propio y específico del interior universitario, pero sí hay que dar muestras de que uno mira, comparte y aprende del afuera.

En el primer mandato tal vez recuerden la noticia de que Moriñigo y la Universidad proponíamos la creación de una red de universidades puntanas, cosa que hicimos a los dos meses de asumir y que hoy funciona.

Creo que esta mesa de diálogo es el titular para el día después de ese acto, que es algo que a la sociedad le pega muy de cerca, que quiere saber de qué se trata.

Creo que a ha llegado la hora de convocar a esa mesa de diálogo porque considero que la Universidad es el único espacio en el que la gente va a venir a decir todo lo que siente, todo lo que le pasa, porque la Universidad es un ámbito en el que se acepta pensar distinto.

Mi idea es que esa mesa de diálogo sea convocada por la Universidad, y tenga un fin. Que no sea un diagnóstico eterno para alimentar el desánimo ni para criticar a nadie, sino que mi sueño es que luego de llamar a esa mesa se trabaje en ejes muy taxativos, que no deben ser cerrados, hay que trabajar en lo que la gente pida, y luego de un año de trabajo prepararnos para el nuevo cambio de autoridades que tenga la provincia y la Nación en el 2023.

Si nosotros pudiéramos tener documentos terminados por esta Mesa de Diálogo Puntano, y el 11 de diciembre de 2023 se lo podamos entregar al próximo gobernador o gobernadora que asuma en San Luis, y a la presidencia de la Nación que asuma, habremos invertido muy bien el tiempo.

Si esta Universidad con todas las fuerzas vivas de San Luis, Ong´s, sindicatos, académicos, etc… podemos llevar un libro que contenga la impresión acabada que tengamos sobre gestión del agua le va a venir muy bien a quien gobierne San Luis. Y si le podemos llevar cómo luchar contra el hambre le va a venir muy bien a quien gobierne San Luis. Si le podemos llevar sobre la generación de empleo le va a venir muy bien. Y si le podemos llevar sobre vulnerabilidad social, sobre derechos humanos, y se pueden sumar miles… yo lo que no quiero es llevar algo que no se concrete; pero acotados podemos trabajar sobre cuatro ejes por ejemplo. Trabajemos un año y terminemos teniendo un documento que fije el rumbo. Así cumplimos también el rol que tenemos como Universidad que es que la ciencia otorgue un piso de discusión. Porque si no todo lo volvemos a discutir de cero, y nos pasa esto que escuchamos días pasados de que de manera novedosa nos enteramos que si imprimimos más plata generamos inflación, y eso es algo que la ciencia económica ya lo resolvió con un premio Nobel hace treinta años.

Y con todos los temas pasa lo mismo. Entonces qué le pasa a San Luis, le pasa que tenemos un dique, muchos diques con una visión de una muy buena política, pero con un pueblo que está al lado del dique y no tiene agua.

La Universidad tiene los expertos en ese tema, entonces busquemos lo social, los expertos, los científicos. ¿Qué dice la gente?. Hay muchos acueductos, sí pero van a los campos, sí, ahora a las cuestiones de economía regional o de cooperativas de cuestiones alimentarias, esa agua no les llega. Entonces hay que diseñar una política pública que trate de zanjar esa falta de sincronía.

La idea de esa mesa es esto. Yo sé dónde me meto. Sé que puede ser mal interpretado o bien interpretado, ahora también sé que nosotros hemos generados una empatía institucional para que nadie tenga dudas de que hay otro tipo de intención.

 

– ¿Cuál es esa intención?

– La intención es generar políticas públicas desde la Universidad para que la ciencia y la academia generen un piso de discusión, porque creo que le va a hacer muy bien a San Luis.

 

– Cómo rector de la Universidad Nacional de San Luis ¿qué visión tiene de las estadísticas educativas que dan cuenta de que en San Luis sólo el 52% de los chicos que estudian en una escuela pública terminan el secundario?.

– Hay que ir a buscar a esos chicos. Hay que ir a buscarlos. Me parece que es muy necesario. Yo lo propuse en el Consejo Económico y Social al que llamó el Gobierno el año pasado, generar un censo como el que hizo el INDEC pero con un grado de especificidad mayor, y eso se llama mapa de vulnerabilidad.

Si la provincia se toma el tiempo de hacer un mapa de vulnerabilidad para ir a ver en qué condiciones sociales se encuentra la gente hubiéramos tenido estos números hace un año atrás. Hubiéramos ganado tiempo.

Tenemos que ir a ver ¿qué comen?, ¿qué nivel de educación tienen?, ¿cuánto trabajo falta?, ¿cómo están capacitados?, ¿cuánta gente vive en ciertas casas?, ¿si van a tener frio?, ¿si no trabajan porque no pueden, o porque no quieren, o no saben?. Ese mapa de vulnerabilidad nos va ayudar a tener un diagnóstico, como una radiografía de lo que pasa. Y si estos números son así, hay que ir a buscarlos a esos chicos.

Ir a buscarlos es ir a buscarlos con un modelo de educación primaria, secundaria, universitaria, distinto.

Nosotros desde la Universidad estamos teniendo un programa de alfabetización desde hace muchísimos años en silencio. Vamos a todos los barrios, y lo hacen estudiantes de la Universidad. Agrupaciones estudiantiles de la Universidad no afines a mi ideología partidaria pero sí afines a mi política de Universidad van y hacen alfabetización.

Y los números de analfabetos en San Luis aumentan. Sólo que no se muestran. Y cada vez se inscriben muchos más. Esto sucede día a día, sólo que uno no puede ir a mentirle al psicólogo. Primero debemos tener un diagnóstico qué somos, qué tenemos, y después hacer políticas públicas para revalidar ese indicador a la baja.

Nosotros tenemos que tener más escuelas. Tener más escuelas tradicionales. Con la figura del docente. Tenemos que garantizar en la escuela la alimentación. Tenemos que saber si geográficamente las escuelas están bien distribuidas. Tenemos que saber en qué lugar faltan o por qué no van a la escuela. Quizá post pandemia esto se ha recrudecido porque tuvieron que ir a una virtualidad, y si no tienen para comer y tampoco hay computadora, la conectividad carece de sentido.

Estamos saliendo de un ciclo post pandémico que va a durar, dicen los que saben, más de diez años. Tenemos que preparar todos los niveles educativos para tener paciencia y sabiduría para atender a esta gente.

 

– Quiero rescatar una interesante lectura que usted hizo del lema de la tradicional Marcha de las Antorchas del 24 de Mayo: “Preservemos en la memoria a los silenciados, reprimidos, obligados que dejaron una identidad con historia”.

– Los chicos de la escuela normal son los que votan el lema de cada año y esta vez estuvo enfocado a los 40 años de Malvinas y a los soldados que injustamente fueron en esas condiciones a esa guerra.

Yo le di una vuelta de rosca y dije que quizá esto es aplicable a todos, y que nos demuestra que muchas veces los olvidados, los nadie, los sin nombre, los que no les gustan las cámaras, los que no aparecen en notas como esta, los que no están en las placas, son los que verdaderamente hacen la revolución.

Hasta que un pueblo como el de San Luis no entienda que la revolución la deben hacer los sin nombre, los olvidados, vamos a estar esperando como en la construcción de un pensamiento mágico, que va a venir un Messi que nos va a salvar. Cuando en realidad los que nos tenemos que salvar somos nosotros mismos.

 

– ¿No es esa una idea muy latinoamericana, una suerte de visión “el Doradista”, de que alguien o algo nos salvará?

– Hoy es como que no hay una consecuencia, sino que hay un hecho, un iluminado que nos demuestra cómo hacer plata sin trabajar, como puedo acceder a un lugar sin haber hecho el esfuerzo, sin haber tenido mérito para estar donde está. Alguien me va a bendecir y vamos a salir de todo esto sin esfuerzo. Ese es el mensaje de los que hoy ganan elecciones. Yo tengo en mi sobre electoral la fórmula de ser todos felices, y en realidad a mí me parece que el camino es el camino con espinas y el más largo, pero que es sustentable.

Los chicos eligieron ese lema y yo traté de aportar la idea de que hay una relación directa entre causa-consecuencia, entre el esfuerzo y el logro, y me parece que no hay destino si nuestro país no va por ese lado.

 

– Rectores que lo precedieron en el cargo destacan el posicionamiento internacional de la Universidad Nacional de San Luis, en el ámbito interuniversitario. ¿Cómo se avanza en ese camino?

– Hay un tema con la internacionalización que es como un mundo nuevo, para San Luis, para las universidades, para mí también.

 

– ¿Qué es la internacionalización de la investigación?

 – Es algo muy importante porque durante mucho tiempo las universidades veían hacia afuera la necesidad de movilizarse. Ir a otro lugar a aprender, o que viniera alguien de otro lugar a aprender. La modalidad era la internacionalización. Pero desde hace un tiempo, con la globalización de los 90, digitalización de los 2000 y post pandemia, la internacionalización es una globalización obligada por la cual hay que pasar, en la que uno va y aprende, pero sobre todo va y aprende para que cuando vuelva a su territorio sea mejor.

 Y lo primero que te pasa cuando vas afuera y te juntas con otros es que te das cuenta que nadie es mejor ni peor, sino que solo somos distintos. Así ves cómo los otros han solucionado cosas que vos no, y viceversa. No hay globalidad que sirva sin localidad que valga. Es irse para volver, para estar mejor.

En esto la Universidad tenía mucho bagaje pero ahora hemos logrado una notoriedad que antes la Universidad no tenía en su historia, que es tener en la figura de su rector, que ocasionalmente soy yo, la presidencia de lugares ganándole a universidades históricas.

 

– ¿Cómo lo han logrado?

– Estando y participando, generando confianza y vínculos.

 

– ¿Cómo se genera confianza entre universidades?

– Es saber qué ideología tenés, qué trazabilidad tenés de donde venís, qué representás, cómo te moves, qué posicionamiento tenés sobre ciertos temas que pueden ser muy incómodos. Qué dependencia tenés de algún gobierno o de alguna cuestión partidaria.

Cuando sos autónomo, autárquico, independiente, plural y ves que quizá la mejor idea está en el otro, pero no de discurso, sino que aplicas esa idea en tu lugar, así se genera confianza y se es confiable.

Primero fue la Conferencia general de ENLACES en Colombia, una especie de ONU de las Universidades, en donde accedimos a la Presidencia de ese lugar, y ahora aparece CRISCOS, porque la Universidad se empieza a hacer notar en ámbitos internacionales, y eso nos hace muy bien porque generamos vínculos, viene gente que jamás vendría a San Luis y que San Luis se la Capital de toda la educación superior Latinoamericana y del Caribe va a ser muy importante.

Nuestro desafío es ver en qué mejora eso a San Luis.

Estamos organizando la visita del gobierno cubano de educación superior a San Luis. Cuba es referente en educación y salud en todo el mundo durante los últimos 50 años. Qué importante que pudiera llegar a las escuelas de San Luis. Entonces valdrían la pena todos estos títulos nobiliarios que parecieran que no le importan a nadie y no le va a cambiar la vida a nadie.

Para el rector de la Universidad Nacional de San Luis estar en el Consejo de Rectores del CIN es casi una materia obligada.

Esa presencia, esa proximidad, después se traduce en poder ganar obras, para estar cerca de las políticas universitarias, es importante.

 

¿Qué reflexiones le surgen de su participación de la Tercera Conferencia Mundial sobre Educación Superior en Barcelona?.

– En Barcelona es como un mundial de Educación Superior sólo que en lugar de darse cada cuatro años como en el futbol, se realiza cada diez.

En América Latina se han organizado tres. La cumbre previa a esta de Barcelona se hizo en Córdoba en 2018, para los 100 años de la Reforma Universitaria, y estábamos preparados para una cumbre mundial en París para el año siguiente, pero por cuestiones geo-políticas de la UNESCO no se organizó. Luego vino la pandemia, pasaron dos años, con lo cual se hizo un Congreso Mundial después de cuatro años de la previa nuestra.

La verdad es que la agenda mundial pasa por otro lado. Como me dijo Pilo Bordón cuando vino hace algunos meses: “mirá pibe, cuando vayas al mundo te vas a encontrar con una dicotomía, porque te va a hacer ruido en la cabeza cómo podés estar charlando sobre salvar el fin del mundo y llegar a fin de mes”. Pareciera que las agendas no tienen nada que ver las agendas mundiales, pero hasta que parece que sí tienen que ver.

La guerra de Ucrania, nos parece tan lejana, hasta que el pan empieza a aumentar. Entre salvar al mundo y llegar a fin de mes hay una relación. Cómo le hacemos saber eso a la gente de los barrios no lo sé.

La agenda de Europa y los Estados Unidos es Ucrania, los refugiados de la guerra, los inmigrantes, la cuestión racial, mientras en América Latina es comer. Mientras nosotros en América Latina y el Caribe nosotros decimos que la educación pública es un bien común, un bien social y un derecho humano. Hasta ahí estamos de acuerdo en el mundo. No estamos de acuerdo en quién la paga.

Europa y Estados Unidos dicen es un bien común y un derecho humano. América Latina y el Caribe decimos es un deber de los Estados. En Estados Unidos o Europa no, allá se lo paga cualquiera, como sea, con un crédito en el banco, y si no puede, no es problema mío. Ese debate sigue.

 

– Hubo unanimidad para aprobar el otorgamiento de la distinción Honoris Causa al ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica.  ¿Cómo sigue ese procedimiento?

– Así es, ya hemos empezado a trabajar aprovechando la visita del doctor Ricardo Ehrlich quien fue ministro de Educación durante la presidencia de Mujica. El sueño es tenerlo presente aquí, conociendo la Universidad Nacional de San Luis.

El Honoris Causa es el máximo título estatutario que entrega la Universidad y todas las universidades. Es un título casi nobiliario, máximo título, doctor Honoris Causa, un título de doctorado por la trayectoria académica, social, pública. Son títulos Honoris Causa de nuestra universidad Ernesto Sábato, Raúl Ricardo Alfonsín, Estela Carloto, Marcos Aguinis, Paulo Freire, Miguel Angel Estrella, digo para nombrar algunos que son conocidos por todos, aunque por supuesto también son Honoris Causa otros muy destacados investigadores en ciertas disciplinas particulares.

El procedimiento de aprobación es muy duro porque la propuesta ingresa por el Consejo Superior, yo la hice en el mes de marzo, cuando lo visité a Pepe en su casa; el Consejo Superior la aceptó, e inmediatamente se giró la propuesta a las ocho facultades, que reciben adhesiones e impugnaciones, y el Consejo Directivo de cada facultad emite una opinión que no es vinculante pero que después vota el Consejo Superior. En el caso de Mujica fue unánime.

 

– En setiembre iniciará su último período como Rector de la Universidad Nacional de San Luis. ¿Cuál es el desafío por venir?

– Sentimos que vamos a hacer el máximo y último esfuerzo por la Universidad y queremos sentir que la dejamos un pasito mejor de notoriedad de la que tenía y sobre todo reconciliada con la sociedad de San Luis. Que la gente vea que la Universidad es mucho más que una fábrica de profesionales. Que es un lugar que puede hacer mejor tu vida, con desarrollo científico, con innovación, con generación de profesionales.

La próxima semana vamos a entregar 400 títulos de este semestre. Y ya vamos por los 26 mil títulos entregados en 80 años. Eso nos tiene que hacer mejores.

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Foto: Prensa UNSL

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