Un terremoto político sobrevino a la foto difundida después de la reunión del vicegobernador Ricardo Endeiza con directivos de la Universidad Provincial de Oficios de Villa de Merlo y el concejal Gastón Fonseca.
La imagen, hecha pública el martes, sacudió al peronismo local, que sigue sin rumbo después de las pesadas derrotas electorales del año pasado. También estremeció al intendente radical Juan Álvarez Pinto que, para algunos sectores de la coalición provincial liderada por el gobernador Claudio Poggi, ha recibido más apoyo del que ha devuelto en términos políticos.
La conmoción, de hecho, alcanzó una intensidad tan alta que Álvarez Pinto sólo atinó al silencio y su bloque en el Concejo Deliberante mostró en la última sesión muecas de inquietud y caras de preocupación.
Pero la primera consecuencia tangible de aquella foto fue la renuncia del socialista Daniel Orué al interbloque opositor en el Concejo, que compartía con Fonseca, Virginia Morales y Ana Ferrarotti. Su salida, rápida y mediática, fue oficializada el miércoles y lo llevó a formar un bloque unipersonal, al parecer siguiendo los lineamientos de su jefe político Mariano Stinga, hombre de confianza del exgobernador Alberto Rodríguez Saá.
Dos días después, el viernes, Ferrarotti y Morales también anunciaron su desvinculación del interbloque, en un intento por evitar cualquier asociación con Poggi.
Fonseca, por su parte, armó su bancada unipersonal y reafirmó su rol de opositor al intendente. Este concejal joven, menor de 35 años, ha orbitado siempre en torno al peronismo, muy cerca del grupo que hoy conduce la UPrO merlina a través de la exdiputada María Rosa Miravet y el exconcejal Edgar “Gareca” Amaya, quienes respaldaron la candidatura de Poggi en 2023.
Ese año, Fonseca esquivó el enchastre de la Ley de Lemas y rechazó ser candidato a intendente a pesar de las presiones de la dirigente Gloria Petrino. Estaba convencido de que esa modalidad electoral era un error estratégico de quienes conducían por entonces al gobierno y al justicialismo. Tenía razón. Además, durante mucho tiempo fue discriminado por los funcionarios ultra albertistas, quienes le enrostraban su cercanía al adolfismo tras la ruptura entre los hermanos Rodríguez Saá.
Esta línea de conducta explica la naturalidad con la que se sentó este martes a la mesa con Endeiza, cuya familia, además, tiene una larga tradición peronista.
En la misma mesa estaba Héctor Torino, uno de los arquitectos de los acuerdos entre Poggi y la oposición en la Legislatura y un histórico dirigente del PJ, que también fue defenestrado por el albertismo debido a su pertenencia al adolfismo.
Preocupación y viejas fórmulas
El entorno de Álvarez Pinto, en la intimidad, reconoce su preocupación por este último sismo político y las réplicas que le siguieron. Como primera reacción, volvieron a buscar refugio en fórmulas tradicionales: la organización de jineteadas, fiestas patronales, recitales y un intento por reconectar con sectores populares a través de barrileteadas y otras ocurrencias parecidas. Temen que Fonseca, con apoyo provincial, les empiece a copar territorio.
Lo que es seguro es que continuarán cuidando las formas con el gobernador Poggi para no comprometer los fondos provinciales que, hasta ahora, han mantenido a flote una administración local débil que no escapa a la crisis económica y social del país.
Este flujo de fondos explica lo que hasta ahora era una obsesión de Álvarez Pinto: abrazar a Poggi para las fotos en actos públicos y visitar funcionarios en Terrazas del Portezuelo.
En medio de una gran incertidumbre, Poggi emerge como la única figura política que ofrece una relativa estabilidad. La salida de los hermanos Rodríguez Saá del poder -junto con su avanzada edad- y los peores índices sociales y económicos que ha enfrentado el país desde 2001, son un lastre que arrastra la política tradicional. A este cuadro, de por sí grave, se suma la irrupción del fenómeno libertario y “anti casta” de Javier Milei, que todavía no paga costos de imagen a pesar de imponer un ajuste sin precedentes.
Otra estrategia del intendente es publicar fotografías en redes junto con militantes de la Unión Cívica Radical en la sede de San Luis. Como presidente del partido, busca la reelección en la interna que se avecina, con el respaldo de los hermanos Federico y Alejandro Cacace.
Álvarez Pinto sigue creyendo que el sello del radicalismo le otorga un capital político extra al negociar con Poggi su permanencia en la coalición que tomó el poder el año pasado. Sin embargo, algunos sectores en el Gobierno advierten que el verdadero peso electoral de la UCR se encuentra en un piso muy bajo y debilitado por nuevas fragmentaciones.
Es probable que los radicales de su sector en Merlo refuercen su discurso antiperonista, aunque son conscientes de que Fonseca, un joven con buena imagen en las clases medias y con arraigo en los sectores populares, representa un desafío mucho más complejo.
El intendente asume sus riesgos: como sabe que su mandato tiene fecha de vencimiento, sin reelección posible, ratifica a sus allegados que en 2027 va a competir por la gobernación de la Provincia.
Mientras, empieza a dejar que circulen las versiones que lo emparentan con el gobierno de Milei, a través del senador nacional Bartolomé Abdala, quien acaba de ocupar con el abogado Luis Angeli la oficina de ANSES en Merlo.
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