Quizá en sus formas, en su contenido, en la puesta en escena integral de lo que fue el discurso del gobernador Claudio Poggi, hayamos estado en presencia de la más evidente representación que podemos tener de lo que significa el cambio de época que transitamos.
En numerosos artículos publicados en DePolítica hablamos del cambio cultural que la sociedad de San Luis ordenó transitar con su voto el 11 de junio del año pasado.
Ese proceso sin retorno, se va a consolidar con el paso del tiempo. Y los dirigentes -intendentes, diputados, senadores, concejales-, deben prestarle mucha atención para leer en la clave correcta el mandato de la sociedad, y no quedar desfasados.
“La necesidad de liderazgos no desaparece; mutan las formas” dice el consultor Carlos Fara. Buena idea sobre la que podrán reflexionar los nostálgicos.
“Gobernar es comunicar”, enseñan los profesionales de la comunicación política. Informar, otra.
Lo que se vio este lunes en la Legislatura fue precisamente un acto de gobierno, muy bien entendido.
Un gobernador que se tomó casi dos horas para explicar.
Para contar lo que había pasado, y para decir lo que piensa hacer y cómo hacerlo.
“Gobernar es explicar”, resume el ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso.
Ese fue el Poggi que se vio. Un gobernador que trabaja 24/7, que escucha y se sienta sobre los problemas, que explica, lo cual es un buen punto de partida.
Tal vez a alguien le parezca poco, pero no es así.
San Luis viene de la experiencia de un gobernador que se levantaba pasado el mediodía, que llegaba a la casa de gobierno en las primeras horas de la siesta, que otros días se hacía llevar expedientes para su firma hasta su vivienda personal en El Durazno, y que en numerosos actos públicos cometió yerros que demostraban que no sabía en dónde o con quien estaba, o qué planteo le estaban haciendo los vecinos.
Esta última imagen, sin adjetivar, meramente descriptiva de otra realidad que se vivió hasta hace poco sirve para cerrar la idea del cambio de época que abrió este artículo.
En esa línea de razonamiento, Poggi se mostró como el gobernador que encamina una transición del San Luis con modos feudales de los últimos ocho años a otro San Luis con una nueva calidad institucional.
Claro que tampoco con lo meramente institucional alcanzará para transformar la dolorosa situación en que ha quedado la provincia, pero es un buen punto de partida. Se vive en un «mundo complejo, se requiere la construcción de puentes, de escuchas. Solos no alcanza» sintetiza la politóloga y consultora Agustina Grigera. Ese proceso no se agotará en Poggi, en todo caso, será él quien lo haya encaminado y no será un mérito menor.
Para finalizar, tomo prestadas cuatro sugerencias que el sociólogo Daniel Feierstein lanza a modo de desafío para los líderes de este tiempo tan complejo y que calzan a la perfección en la reconstrucción de la vida política institucional de San Luis: recuperar la política como ámbito de resolución de conflictos; activar acuerdos políticos para desactivar los discursos de odio; reconstruir una subjetivación colectiva, comunitaria; y recuperar el valor de la norma, algo que parece conservador, pero hoy es profundamente igualitario.
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