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Por Andrés Vallone
Algo está ocurriendo en Venezuela, y es algo bueno: huele a cambio. María Corina Machado, valiente líder con una larga trayectoria de oposición, ha logrado congregar a un pueblo que llena las calles de todo el país para superar pacíficamente en las elecciones del 28 de julio al régimen que ha imperado durante un cuarto de siglo.
El atropello sufrido por Machado al invalidarse su candidatura no hizo más que fortalecer su legitimidad. Ahora marcha junto a su candidato Edmundo González, (un diplomático y académico de 74 años, el hombre de la oposición que no fue vetado). Todas las encuestas creíbles los favorecen, aunque el panorama está marcado por la violencia, las amenazas y un altísimo riesgo de fraude.
Ocho millones de venezolanos han tenido que emigrar, y sólo 70 mil podrán votar desde sus nuevos destinos debido a las trabas impuestas por el gobierno de Maduro para evitar un aluvión de votos en contra. Sin embargo, el valiente pueblo ha tomado conciencia del saldo real del régimen, no a través de estadísticas, sino de una manera desesperada y directa. Así lo expresan a María Corina Machado en cada lugar que visita: desean que las familias se reúnan y que las abuelas conozcan a sus nietos; anhelan un alivio a la miseria, la represión y la inseguridad; quieren que la libertad y la concordia abran paso a la reconciliación nacional.
Las estadísticas son dramáticas y contundentes: prueban que la destrucción de Venezuela no comenzó con la muerte de Chávez, sino que es obra de ambos, Chávez y Maduro, el original y su caricatura. En 1998, el PIB per cápita de Venezuela era el segundo mayor de América Latina. Hoy es inferior al de Haití. En aquel año, bajo la empresa estatal PDVSA, la producción petrolera alcanzó los 3,5 millones de barriles diarios. Hoy produce solo 0,75 millones.
La crisis humanitaria se refleja en cifras alarmantes. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) de 2021, el 94,5% de los hogares venezolanos vive en pobreza y el 76,6% en pobreza extrema. La desnutrición infantil afecta a más del 30% de los niños menores de cinco años. La hiperinflación ha destruido el poder adquisitivo de los venezolanos, con una inflación acumulada de más de 2.000.000% entre 2017 y 2021, según el Banco Central de Venezuela.
La infraestructura y los servicios, como la educación y la salud, han colapsado enteramente. La tasa de mortalidad materna aumentó un 65% entre 2015 y 2016, y la mortalidad infantil se incrementó un 30% en el mismo período, según datos del Ministerio de Salud. El éxodo masivo es otra muestra del colapso: más de 8 millones de venezolanos (25% de la población) viven desperdigados en América Latina, Norteamérica y Europa, según datos de la ONU.
Sólo 3 días separan el dolor, la exclusión, los abusos y el régimen antidemocrático de la esperanza, la libertad y el derecho democrático que todos los pueblos merecen. ¡Venezuela no puede ser la excepción!
Andrés Vallone – Analista Político
Dir. Vallone & Asociados Consultores
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