Los nombres que suenan para acompañar a «Gato» Fernández

23 de marzo de 2023
María José Zanglá y Eugenia Catalfamo, dos nombres que suenan para la fórmula del oficialismo.

Es interesante la puja de intereses y expectativas que algunos dirigentes despliegan alrededor de la figura de dos mujeres que son señaladas como posibles candidatas a la vicegobernación por el oficialismo.

Esas dos mujeres son María José Zanglá y Eugenia Catalfamo. Ambas son -en los pasillos de Terrazas- quienes mayores chances tienen de ocupar esas candidaturas.

En el caso de Zanglá hay que decir que fue la figura central del oficialismo en la elección del año 2021, en un intento de capitalizar la centralidad indiscutida que tuvo como traductora de aquellos reportes oficiales que encabezara el gobernador Alberto Rodríguez Saá durante la pandemia y que incluyera transmisiones diarias en la pantalla de Canal 13 y los medios oficiales.

Zanglá fue candidata testimonial de esas dos elecciones que el oficialismo perdió; no obstante, llegó a la Cámara de Diputados de la Nación por la minoría, y sólo ocupó esa banca por 10 días dado que renunció para volver a San Luis a desempeñarse al frente del Hospital “Ramón Carrillo”.

Quienes cuestionan la posibilidad de que sea candidata a vicegobernadora argumentan un desgaste de su imagen precisamente por ese paso en falso, y luego de que asegurara que la suya no era una candidatura testimonial. “Voy a asumir como diputada nacional; sí, seguramente. Es un cargo por el que competí en una elección y lo gané” había dicho pocos días después de aquella elección que tuvo a Claudio Poggi como ganador.

Su candidatura es propiciada por el comando de campaña del oficialismo que lidera el consultor cordobés Gustavo Valenzuela, quien orienta el rumbo que debe llevar la campaña del oficialismo. “Siente que es él quien ha inventado el rol político de Zanglá. Tiene predilección por su perfil” dicen dirigentes que caminan Terrazas del Portezuelo.

Sin embargo, nadie arriesga si Zanglá desea otra vez ese nivel de exposición, más aún cuando podría enfrentar la resistencia que tiene, también junto a su esposo médico, entre los propios colegas profesionales y gremios de la salud.

En cambio, quien sí quiere ser -a juzgar por cómo se mueve en las redes sociales – es la senadora nacional, Eugenia Catalfamo. Ella llegó al Senado como segunda candidata del oficialismo acompañando a Adolfo Rodríguez Saá en aquellas recordadas elecciones del año 2017 que significaron, primero un sinsabor, y luego un agradable plato de revancha electoral contra Claudio Poggi.

“Es joven, es mujer y es verde” dicen quienes alientan su posible elección como compañera de fórmula. Se trata de los sectores que creyeron o se beneficiaron con el discurso de traspaso generacional que durante ocho años utilizó Alberto Rodríguez Saá para sacar del juego a la generación de dirigentes que hoy pasan los 50 años, confiando en que su hijo o alguno de sus amigos tomaría la posta en el Gobierno.

Eso no sucedió y el relato murió ante la evidencia de estudios del escenario electoral que se avecinaba y derivó en la consecuente elección de Fernández como candidato a Gobernador.

En la lógica de quienes acompañan la postulación de Catalfamo hay algo de equilibrar la fórmula con Jorge «Gato» Fernández, pero sólo con él. No la imaginan acompañando a Marcelo Amitrano, y hasta temen que Rodríguez Saá pueda pedirle que integre fórmula con el actual ministro de Campo y Producción.

Uno arriesga que tampoco en el entorno de Amitrano estarían felices si eso pasara, y que no le sería fácil a Catafalmo decirle no a Rodríguez Saá.

Su sintonía es plena: abandonó luego de cinco años el bloque de senadores que lidera Cristina Kirchner para pasarse al bloque Unidad Federal que integra Alejandra Vigo, esposa del gobernador cordobés Juan Schiaretti y nuevo socio político de Alberto Rodríguez Saá en una aventura nacional.

Como sea, y aún sin descartar otra figura femenina sobre la que incluso se especuló con una posible candidatura como gobernadora, como fue el caso de Silvia Sosa Araujo, la verdad se conocerá en nueve días, o quizá antes.

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