D´Alessandro.

La ofensa como herramienta: límites que la dirigencia no debe cruzar

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El diputado nacional por San Luis de La Libertad Avanza, Carlos D´Alessandro se metió de lleno en una ciénaga discursiva en la que ojalá la dirigencia de San Luis no entre. 

Fue esta semana, cuando calificó a los integrantes del Consejo Superior de la Universidad Nacional de San Luis como “ratas inmundas”.

Lo hizo luego de que ese organismo que rige la vida universitaria lo declarara -junto a los diputados nacionales Karina Bachey y Alberto Arancibia– como “persona non grata”,  locución latina que se utiliza para señalar el rechazo a una presencia; en este caso, la suya, porque con su voto en el Congreso confirmó el veto a la ley de financiamiento universitario.

A él también le imputan propiciar  una “caza de brujas” contra docentes universitarios, o la confección de “listas negras”, luego de que compartiera una publicación que invitaba a alumnos a denunciar adoctrinamiento por parte de los profesores. 

La declaración de “persona non grata” se trata de una expresión figurativa, no formal, explica una autoridad de esa casa de estudios; en los hechos, su declaración no impide que cualquiera de esos legisladores pudiera ingresar a la Universidad y reunirse con los decanos cuantas veces quisiera.

Con esa salvedad hecha vale preguntarse si en el clima de crispación que impera en la sociedad sirve declarar “persona non grata” a un legislador. ¿Qué aporte hace esa declaración?.

En esa línea, el consejero Antonio Mangione expresó su rechazo a la utilización de esa figura del derecho internacional. No es la Universidad el lugar para declarar “persona non grata” a nadie, fue la idea.

“Entiendo que es una situación difícil. No me resulta nada cómodo estar diciendo esto, pero no es la universidad el lugar para declarar personas no gratas. No hacemos eso en las aulas. No hacemos eso en los proyectos de investigación. No le decimos eso a nuestros estudiantes. No nos vamos de una asamblea declarando personas no gratas a las que nos votaron en contra” sostuvo Mangione en la sesión de autoridades universitarias de la que surgió esa declaración contra los legisladores.

Lúcido, convocó a doblar la apuesta en la reflexión. Volver a invitar al diálogo. 

Pero volvamos al punto. A la desafortunada expresión de D´Alessandro y al riesgo que conlleva naturalizar entre la dirigencia esos niveles de descalificación y violencia verbal. 

“… se llaman profesores, por concursos arreglados, vienen a decir que nosotros que fuimos votados por el sesenta y ocho por ciento de los puntanos estamos haciendo algo que no corresponde… bueno sí, corresponde, apoyamos las ideas del presidente Javier Milei y no los bancamos a ustedes, casta universitaria, mugrienta, zurdos arruinadores del futuro de los jóvenes” les devolvió el legislador de La Libertad Avanza, palabras que también usa el Presidente para descalificar a sus eventuales rivales políticos o a quienes sencillamente no comparten sus políticas.

El nivel de agresividad de las palabras que lo llevaron a la primera plana de medios locales es inédito en la clase política de San Luis. Cruzó un límite que nunca se había traspasado. 

Ni las campañas políticas que enfrentaron a los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá en 2019, ni la batalla electoral final entre Alberto Rodríguez Saá y Claudio Poggi en 2023 llegaron, ni cerca, a ese nivel de agresividad verbal.

Hay que decir que una cosa es la diferencia ideológica que los dirigentes puedan tener, y otra muy distinta es romper con la civilidad política que deben mantener para resolver sus diferencias. 

Ni el 68% de Milei en el balotaje, ni el 42% de D´Alessandro en las generales de octubre de 2023, ni el 100 por ciento de los votos habilita a un dirigente a calificar de esa manera a otros actores de la vida social. 

Por más esfuerzo que se haga, no hay manera de entender que esa descalificación -“ratas inmundas”- contribuya al debate político. Por lo contrario, lo anula. 

Con todos sus defectos, y aún deudoras de cuánta auditoría les corresponda, las universidades argentinas son las instituciones que mayor reconocimiento social tienen. En el piso de esa pirámide están los partidos políticos, organismos a los que tanto D´Alessandro como Milei pertenecen.

En todo caso, las palabras del legislador por San Luis revelan un cierto manejo de la lógica imperante en las redes sociales.

Tiene claro que ese video lo ha instalado en el centro de la escena con una viralidad que no le daría su, discutible pero respetable, opinión sobre el mundo universitario y cuyo desarrollo le toma varios minutos como ha quedado demostrado en entrevistas televisivas en las que ha debatido ese tema.

Cree D´Alessandro que la mayoría de los rectores son millonarios y que no admiten auditorías, que los consejeros se creen superiores mientras mantienen privilegios y piensan que pueden direccionar los votos de los legisladores, que el radicalismo tiene secuestrada a la Universidad Nacional de San Luis, que los concursos internos están arreglados y que eso es sinónimo de corrupción, y que hay que dar una batalla cultural.

El problema está en que cuando tiene que traducir ese pensamiento en veinticinco segundos dice “ratas miserables”. Y cancela el debate.

“Vivimos en un tiempo político en el que la ofensa es una herramienta” advertía ya en 2022 Pablo Semán. 

La sorpresa para los analistas que miran la escena política de esta provincia con cierta distancia es que ese nivel de agresividad verbal esté penetrando en sociedades con el volumen de San Luis. Les impacta porque lo sienten como un fenómeno más propio de la locura porteña. ¿Llega por la televisión, penetra por las redes entre los sub 35?, se preguntan. Y hasta imaginan que sería saludable una respuesta o defensa institucional que advierta que hay límites que no se pueden cruzar.

La diputada nacional Natalia Zavala Chacur fue la primera en pedir que D´Alessandro se “disculpe públicamente con las autoridades universitarias”. 

Sus declaraciones fueron levantadas por la página web del ex gobernador, y es impactante ver el nivel de agresión con que sus lectores le responden. Casi nadie expone argumentos contrarios sino que directamente la descalifican a ella por quien es y por lo que hizo en su paso por la función pública.

Sólo especialistas podrían decirnos hasta dónde ese clima hostil de las redes refleja lo que pasa en una sociedad del interior del país con las características de San Luis. 

¿Es ese el nivel de enojo y fractura?. ¿Es entonces imposible el diálogo?. ¿Es ese el marco en el que se debe encuadrar entonces la descalificación de D´Alessandro para con los integrantes del Consejo universitario?. ¿Es legítimo entonces para la dirigencia montarse en ese quiebre o sobreactuar en nombre de los enojados?. ¿Sólo Milei está habilitado por la sociedad para ese juego discursivo que dinamita las bases del diálogo?.

“Un servidor público convertido en un barra brava” fue la lacónica respuesta del rector de la Universidad Nacional de San Luis, Víctor Moriñigo a la consulta de esta página sobre las declaraciones del legislador nacional.

D´Alessandro compartió con DePolítica los argumentos detrás de la carta documento que con su firma cursó al Consejo Superior de la Universidad Nacional de San Luis para pedir que se rectifique o ratifique esa declaración de “persona non grata” en su contra.

“Las autoridades universitarias deben comprender el proceso democrático y la importancia que reviste la representación política. Desconocer la posición y las ideas políticas del otro afectan en definitiva el proceso republicano” sostiene.

E insiste: “Las autoridades universitarias deben entender y comprender que la libertad de pensamiento y opinión es un derecho que nos asiste a todos los habitantes de la República Argentina y que es un derecho humano fundamental. Pretender imponer posicionamientos políticos sin el debido respeto al otro es una grave afectación al proceso democrático argentino”.

Una especialista que con su mirada siempre ilumina zonas oscuras de la sociedad y los dirigentes políticos le dice a DePolítica: “Creo que está nueva generación de políticos está sobreexcitada con el poder a nivel químico”.

Y propone algunos interrogantes: ¿Hasta dónde la “práctica discursiva en torno tv porteña” se instalará entre los dirigentes puntanos?. ¿Hasta dónde resistirán las formas propias de San Luis?. ¿Importará la dirigencia local un tono agresivo y cancelador del debate al estilo panelista televisivo porteño?. ¿Caerá la dirigencia en ese pozo que se abrió en San Luis?.

Ojalá que no, que sólo haya sido un episodio aislado.

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