El atentado que sufrió la vicepresidenta Cristina Kirchner admite dos planos de interpretación en relación a cómo se leyó ese hecho en medio del aturdimiento que generó: por un lado, el de la dirigencia política, y por otro, el de la sociedad.
Los líderes de los partidos políticos repudiaron el ataque a la vicepresidenta, aunque lo hicieron con matices según su pertenencia a un espacio u otro. También los gremios, las universidades y entidades civiles.
No así la sociedad en su conjunto. Hay un alto porcentaje que le niega veracidad a lo que se vio el jueves por la noche en la pantalla del televisor, secuencia que se repitió hasta el infinito.
Ese grupo cree que en realidad fue toda una puesta en escena, y ni siquiera las expresiones de solidaridad que llegaron desde el exterior, tanto de líderes afines, como de gobiernos que están en las antípodas ideológicas del kirchnerismo, o la de aquellos como Estados Unidos para quien Argentina podría ser un actor muy menor en el contexto mundial, le aportan elementos para admitir su veracidad. Estuvo todo armado, creen.
El impacto en las redes fue ensordecedor. Por ejemplo, en Twitter en sólo 12 horas las interacciones fueron un 60% más que las que generó durante tres días el alegato del fiscal Diego Luciani al pedir para Cristina 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para el ejercicio de cargos públicos, acusada en la llamada “Causa Vialidad”. Y seis veces más intensa que la conversación en esa red que generó durante tres días la entrevista al presidente Alberto Fernández, en el programa “A Dos Voces” en TN.
Tal vez sólo la suerte del seleccionado argentino de futbol en el Mundial Qatar 2022 pueda tener estos niveles de penetración en la discusión pública.
Ahora bien, las dos principales tendencias fueron en primer lugar “NoSomosBoludos” y en segundo “NoLesCreemosNada”.
“PlazadeMayo”, “Democracia”, “CristinaKirchner”, “Nisman”, “NoAdhieroAlFeriado”, “Alfonsín” y “Amia”, completaron el podio y revelaron el nivel de fragmentación social en el que ¿convivimos?.
¿Cómo es posible ese podio? Tal vez porque allí crece otra grieta, una grieta de representación entre esa dirigencia que se habla así misma, que no saca el pie del acelerador y una sociedad que ve como crece la obscena distancia entre la mesa de un trabajador y la ansiedad de un funcionario que solo piensa en sumar un quinto vehículo a su garage. Tal vez por eso deciden no creerle nada, porque hay un enorme problema de representación. Gente que se siente sobrante.
Gran parte de la dirigencia política utiliza la ofensa como una herramienta para posicionarse, alimenta el fuego mediático en el que se potencia el malhumor social -medios a los que ahora responsabiliza por la grieta-. Más también es cierto que si se apagaran los televisores, las computadoras y los teléfonos, las prioridades de la dirigencia seguirían siendo las mismas y el pan seguiría escaseando, cuando no faltando en los hogares argentinos.
Dos grietas entonces. Una, entre la dirigencia y la sociedad. Dos: según a qué gobierno o ideología se le adjudiquen las responsabilidades por este estado calamitoso en el que estamos.
¿El atentando a Cristina es el nuevo piso de nivel de violencia que seguirá entre nosotros?. ¿Cómo desandar ese espiral?. ¿Quién tiene esa respuesta?. Sólo tenemos la experiencia de los mayores que ven cómo se repite la historia: se vienen días complicados, nos advierten.
Tal vez nadie hubiese objetado el feriado del viernes si el Presidente Fernández hubiese convocado a marchar a todos los espacios políticos, sin banderías. Pero no estuvo a la altura que la pacificación de la sociedad argentina demanda.
Su reacción inmediata fue culpar a otros sectores -judiciales y mediáticos- por el atentado, con lo cual terminó convirtiendo la manifestación en Plaza de Mayo en un acto partidario.
Lo ha doblado la lógica maniquea que le impone el kirchnerismo: si no venís a la Plaza sos contra. Tampoco pareciera que en este último tramo de su gestión pueda escapar de esa trampa.
Hay mucha distancia con aquel Fernández que el martes 10 de diciembre de 2019 dijo ante el Congreso en su asunción:
“…nadie sobra en nuestra Nación, ni en su opinión, ni en sus ideas, ni en sus manifestaciones. Tenemos que suturar demasiadas heridas abiertas en nuestra patria, apostar a la fractura y a la grieta significa apostar a que esas heridas sigan sangrando, actuar de ese modo sería lo mismo que empujarnos al abismo. Lo expreso desde el alma tanto a quienes me votaron, como a quienes no lo hicieron, no cuenten conmigo para seguir transitando el camino del desencuentro”.
Los principales dirigentes políticos de San Luis también expresaron su repudio al atentado que sufrió la Vicepresidenta. Incluso el viernes hubo una manifestación en la Plaza Pringles en la que predominó, como en Plaza de Mayo, un ambiente más bien partidario.
Esa noche, el Gobernador Alberto Rodríguez Saá utilizó la pantalla de Canal 13 para expresar su repudio e hizo un llamado a la concordia de la sociedad. Insólito.
Rodríguez Saá, cuya voz tiene poder en la discusión pública en San Luis, no puede sentarse a pedir por la unidad en la misma pantalla en la que todos los días, su Gobierno -con una precaria versión local del formato televisivo 6,7,8- fomenta la grieta y enfrenta a los puntanos, al acusar, descalificar y burlarse no sólo de dirigentes opositores sino también de ciudadanos de a pie.
Rodríguez Saá habla en tono susurrante, como un viento que quiere apagar el fuego, pero sabemos que lo está atizando.
En otras palabras, dijo que la grieta es de otros, que la culpa por el desempleo es de la Nación, que la inflación no la genera él, que no estaba de acuerdo con el feriado, pero lo acató, y que él va a hacer lo mejor, como si el que hablara fuera un candidato a la Gobernación y no el propio gobernador en ejercicio en 15 de los últimos 19 años.
Digamos que también anunció el lanzamiento de la campaña política. Dijo que a fines de setiembre empezará a recorrer cada uno de los departamentos de la provincia para escuchar los Consejos Económicos, Sociales y Políticos que se constituyan, la misma herramienta que activó tras la primera derrota electoral en las PASO de setiembre del año pasado.
Sin haber logrado el objetivo y tras una segunda derrota en las urnas en las elecciones generales de noviembre, la gran mayoría de las demandas sociales entonces apuntadas en las reuniones de aquel Consejo, quedaron en el olvido.
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