Primero fue el intendente de La Toma, Ernesto “Pipi” Alí; el segundo el diputado provincial de Pedernera, Gustavo Morales; y esta semana apareció el tercer dirigente que pide que Alberto Rodríguez Saá (h) sea el candidato a Gobernador de San Luis por el oficialismo provincial. Fue el concejal de Villa Mercedes y gremialista de la carne, Marcelo Periale.
Alí había hablado de genética. Periale, de seguir con la misma “savia”. ¿Estamos en el inicio de un clamor por el hijo del Gobernador?. ¿Acaso ese es el sueño del que habló Tona Salino en un posteo en redes sociales?
La declaración llegó un par de días antes de que el Gobernador Rodríguez Saá hablara con el periodista Eduardo Olivares, en su programa “Información sin ruido” y dijera que tiene “candidato o candidata” y que “hay plan A, plan B y plan C”.
De esas declaraciones radiales que se hicieron portada en la Agencia de Noticias, se pueden extraer algunas ideas interesantes que dejó Rodríguez Saá, puntas de un hilo que muchas veces se ha tirado desde esta página.
El candidato. “Candidato o candidata”. Los nombres no escapan de los de su hijo -pese a su rechazo- y de la presidenta de la Cámara de Diputados, Silvia Sora Araujo. El escenario no es fácil para Terrazas, más Rodríguez Saá jamás se perdonaría una derrota política de su hijo.
Alguna vez alguien imaginó al ex ministro de Obras Públicas, Felipe Tomasevich, aunque eso se contradice con la lógica que plantea Rodríguez Saá al hablar de puntanidad: Tomasevich es porteño.
Con menos énfasis algunos dirigentes mencionaron a la senadora provincial, María Angélica Torrontegui, que quedó «muteada» luego de una fuerte contrariedad a raíz de un pedido suyo al Gobernador, y tras la negativa de Eduardo Gastón Ramón Mones Ruiz de liberar la casilla de vicegobernador.
El despegue K. Dijo que no se siente contenido por el kirchnerismo, una maniobra discursiva que se preveía a medida que se acercaran los tiempos electorales. Y si bien se reconoció autor ideológico del frente gobernante a partir de su expresión “Hay 2019” dice que esa experiencia mutó en un “Ay… 2019”. Habrá que ver que opinan los kirchneristas que han permanecido en silencio dentro de su gabinete. ¿Paladar o billetera?. Hace muy poco tiempo atrás Rodríguez Saá armaba lista en el PJ Nacional con Milagro Sala, Alessandra Minnicelli, esposa de Julio de Vido y Gabriel Mariotto. Kirchnerismo explícito.
La Grieta. Dijo que la grieta nacional es dañina, lo sabe porque esa lógica es muy nociva para su plan político. Aunque digamos que en los hechos él alimenta una versión local de esa grieta, con su populismo discursivo que busca enemigos en espacio o tiempo según la necesidad. Pueden ser los de afuera -allí utiliza el concepto de puntanidad-; o la vieja dirigencia -versión traspaso generacional.
Hay quienes creen que ese intento por saltar la grieta nacional fortalece la posibilidad de un adelanto de la elección provincial. Rodríguez Saá ha advertido que muy probablemente la dirigencia radical termine integrándose al gran frente opositor, ya sea por mandato nacional, o por convicción aspiracional o por mera razón de supervivencia política. Como sea, ya no es un recurso con el que cuente para partir a la oposición.
Adolfo. Alberto Rodríguez Saá tiene claro lo complicado que asoma la próxima elección, y sospecha que si es necesario echará mano al recurso de un eventual reencuentro político con su hermano. Tal vez más que los votos residuales del adolfismo, buscará capitalizar la imagen del “hermano bueno” que toma la iniciativa de ese reencuentro político.
Varios dirigentes que hablan con DePolítica consideran en cambio que esos puntos residuales también pueden ser muy importantes en una definición cerrada. Si un día le dijo “tilinga” a Cristina y luego se abrazó como “soldado” de ella, y en tanto vea que el escenario se complica ¿cómo no va a ir a buscar a su hermano? argumentan esos dirigentes en una mesa bien servida.
Y agregan: “le guste o no le guste al Albertismo, el Adolfo le puede aportar algunos puntos clave. Alberto va a echar mano a todo para retener la gobernación”. ¿Los hermanos unidos: o será ese el sueño de Tona Salino?. Adolfo Rodríguez Saá fue dado de alta el pasado viernes por la mañana.
El año electoral. Los pares nada; los impares, todo. Para eso parece preparada la máquina electoral de Terrazas. “Va a haber un Consejo Económico, Social y Político para ver cómo transitamos el año que viene, que es electoral, para trabajarlo desde los Municipios. Entonces el razonamiento ante la grieta va a ser distinto. Vamos a sembrar esperanza. El año que viene va a ser mejor” pronosticó.
La definición parece echar por tierra la posible solución a cualquier demanda social al menos por este año. Será entonces cuestión de un tiempo electoral.
Poggi. Rodríguez Saá sabe que es el rival a vencer para retener la Gobernación. Lo entendió luego de las dos derrotas de 2021 cuando pensó que activando una tercera vía radical lo dejaba fuera de carrera.
Allí se revela el Gobernador “modo populista” en tiempo y espacio. “No vamos a retroceder, ni a privatizar o llevarse a Río Cuarto el tren, a llevarse a Río Cuarto la Zona de Actividades Logística, ni los silos, nada. No va a volver a pasar”, promete. Es Poggi su rival.
Una última mirada sobre esas declaraciones. El nudo conceptual alrededor del cual Rodríguez Saá construye este discurso va en línea con el escenario político pre-electoral que coincidentemente están señalando las encuestas y mediciones que realizan los dos grandes grupos que monitorean San Luis en tiempo real: el Gobierno y el Poggismo. Los dos están viendo lo mismo, y eso obligó a Rodríguez Saá a salir al ruedo ya.
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