¿Por qué todavía importa Hannah Arendt?

En su libro We Are Free to Change the World, la ensayista Lyndsey Stonebridge se introduce en facetas poco exploradas del pensamiento de Hannah Arendt (desde el amor hasta la feminidad y la raza) y muestra las diversas resonancias que la obra de la pensadora alemana tienen en la actualidad.
18 de mayo de 2025

Por Jake Scott.

Es un teórico político especializado en populismo, constitucionalismo democrático y la formación de identidades populares. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Birmingham en diciembre de 2022 y ha trabajado como director de investigación en diversos think tanks y organizaciones de investigación.

 

Hannah Arendt protestó enérgicamente cuando la llamaron filósofa. Prefirió el término «teórica política» porque, como ella misma dijo, el tema de la filosofía era «el hombre», mientras que a ella le preocupaban «los hombres». Fruto del trágico entrelazamiento de fuerzas históricas, una vida interrumpida y los grandes proyectos políticos del siglo XX, la obra extensa de Arendt giró en torno del estudio de cómo los hombres —y las mujeres— vivían realmente y, quizás más importante aún, cómo se veían obligados a vivir.

Como nos recuerda Stonebridge en las primeras páginas de su libro We Are Free to Change the World: Hannah Arendt’s Lessons in Love and Disobedience [Somos libres para cambiar el mundo: las lecciones de amor y desobediencia de Hannah Arendt], la obra más famosa de Arendt —Los orígenes del totalitarismo— llegó a la cima de la lista de bestsellers a finales de 2016, tras la primera victoria de Donald Trump, el Brexit y el aparentemente imparable ascenso de la retórica populista y nacionalista en Europa. Las advertencias lúgubres que Arendt hizo en vida parecían estar siendo ignoradas justo cuando eran más relevantes: el surgimiento de «la turba» como fuerza política, las tácticas de los demagogos y el uso político de mentiras deliberadas para volver la verdad incognoscible.

Pero Arendt, nos muestra Stonebridge, tiene más que enseñarnos que pesimismo y oscuridad. De hecho, Arendt era una pensadora profundamente enamorada de la humanidad, decepcionada y consternada por su perversión, pero esperanzada por el hecho de que «los hombres, no el Hombre», tienen poder sobre sus propias vidas y destinos, si aceptan las circunstancias en las que se encuentran. Por encima de todo, Stonebridge insiste en tomar a Arendt en serio como «filósofa, existencialista y teóloga», recordando cómo originalmente había planeado titular su texto de 1958 La condición humana: el amor al mundo.

Estructuralmente, el libro presenta sus conceptos centrales de manera lógica y seductora, alternando entre capítulos que desglosan el rico pensamiento de Arendt a lo largo de su carrera y de su vida (aunque, como Stonebridge nos recuerda constantemente, para Arendt eran la misma cosa) y capítulos que exploran la relevancia de ese pensamiento para las circunstancias actuales. Por ejemplo, los dos primeros capítulos fundamentales, «Cómo pensar» y «Cómo pensar como un refugiado», toman la sabiduría que Arendt acumuló en la primera mitad de su vida y nos recuerdan que debemos intentar ver cada circunstancia de la manera más holística posible, como las perspectivas de los refugiados judíos en los años 40 que, desde el punto de vista palestino, «también eran una generación de colonos, llegando a establecerse en su tierra».

Stonebridge entrelaza con maestría el pensamiento y la vida de Arendt, y a su vez los vincula con su propia experiencia. El libro combina reflexiones sobre la vida de una de las pensadoras más importantes del siglo XX con los análisis tranquilos y personales de la autora, junto a la galería de personajes que pasaron por la vida de Arendt, desde Martin Heidegger hasta Mary McCarthy o Wystan Hugh Auden.

Stonebridge nos lleva a través de la dolorosa primera mitad de la vida de Arendt, tan condicionada por las circunstancias. Criada en la Alemania de entreguerras, fue arrestada en 1933 por investigar la creciente persecución del pueblo judío, antes de huir de Berlín a París, escapar de la Francia ocupada a través de España y ser trasladada en secreto a Portugal antes de partir finalmente hacia América. Pero Stonebridge se esfuerza por mostrar cómo, en respuesta a esto y a la convicción de que era su deber existencial hacerlo, Arendt toma el control de su propia vida en su segunda mitad. Lo hizo a través de su carrera universitaria, sus extensos viajes, sus inclinaciones como figura social y, sobre todo, su mente perseverante.

Un logro particular del libro es su tratamiento de la feminidad de Arendt, especialmente la historiografía que la rodea, y la propia ambigüedad de Arendt hacia el sujeto femenino y la feminidad política. Arendt nunca fue una pensadora especialmente preocupada por la cuestión de género, pero eso no significa que ignorara su papel: las anécdotas que Stonebridge recoge de la propia Arendt revelan su conciencia de su género a través del trato condescendiente que experimentó, ya fuera los «consejos» paternalistas de Martin Heidegger para conservar su «esencia femenina más íntima» antes de «emprender una carrera académica», o ser descrita como «alumna de Karl Jaspers» mucho después de convertirse una pensadora consolidada por derecho propio.

Para Arendt, la gran amenaza era la revocación de la identidad política y la reducción del hombre a lo que Giorgio Agamben llamó «la nuda vida» —en la superfluidad que caracterizaba a los exiliados políticos entre los que vivió—. La cuestión del género no era tan urgente. Sin embargo, Stonebridge deja muy claro que la historiografía sobre Arendt ha sido, tanto en vida como después, a menudo condescendiente y desdeñosa —siendo «frecuentemente advertida para que ‘se mantuviera en su carril’ o, más agresivamente, para que saliera de cualquier carril en el que se la viera invadir»— producto de ver a Arendt, la pensadora, como creada por fuerzas históricas, y a Arendt, la persona, como creada por su relación con los hombres.

Stonebridge aborda críticamente a Arendt en su faceta más controvertida en el capítulo cinco, «Cómo pensar —y cómo no pensar— sobre la raza», que relata el muy polémico ensayo de 1959 de Arendt Reflexiones sobre Little Rock, escrito en respuesta al famoso caso «Brown contra la Junta de Educación»1.Este ensayo perturba las historias «pulcras» de la obra de Arendt, ya que a menudo se lo critica como regresivo en los movimientos antirracistas.

Pero, como señala Stonebridge, «Arendt tenía claro que el racismo no era solo un accesorio de la catástrofe que azotó Occidente en el siglo XX: era la catástrofe». Muestra que Arendt no intentaba borrar las experiencias afroestadounidenses mediante la segregación, sino que temía que la integración borrara la identidad de los afroestadounidenses y les impidiera vivir auténticamente como ellos mismos. Irónicamente, al intentar ponerse en el lugar de la madre de la icónica Elizabeth Eckford2, «Arendt se vio secretamente a sí misma en Elizabeth Eckford… pero lo cierto es que no vio a Elizabeth Eckford».

En particular, el capítulo cuatro ejemplifica la habilidad de Stonebridge para abarcar la obra de Arendt y encontrar un hilo conductor que une su pensamiento. En Cómo amar considera el trabajo de Arendt desde su tesis doctoral —El concepto de amor en San Agustín— hasta su obra final inconclusa La vida del espíritu, para mostrar cómo las preguntas que la obsesionaron al principio de su vida la acompañaron hasta el final: ¿qué es el amor? y ¿por qué importa? Porque, «tal como ella lo entendía, solo a través de las relaciones con otras personas es posible a veces existir». Así, la relevancia del amor para la política se vuelve clara, porque «el amor es la condición pre-política de nuestra convivencia en el mundo».

En general, We Are Free to Change the World es una introducción magistral a la vida, el pensamiento, la obra y la inextinguible sabiduría de Arendt. Se nutre con destreza de la obra y las cartas privadas de Arendt para ofrecernos una visión completa y matizada de una mujer a menudo oscurecida por su propio pensamiento y por la tendencia de sus biógrafos a verla siempre acompañada por los hombres de su vida.

Nota: la versión original de este artículo, en inglés, se publicó en LSE Review of Books, el 30/4/2025 y está disponible aquí. Traducción: Mariano Schuster.

  1. El caso Brown vs. Junta de Educación (1954) fue un fallo histórico de la Corte Suprema de Estados Unidos que declaró inconstitucional la segregación racial en las escuelas públicas, marcando el fin de la política «separados pero iguales» y dando un impulso clave al movimiento por los derechos civiles. Arendt lo criticó
    no por defender la segregación, sino por preocuparse de que el Estado impusiera integración sin autonomía comunitaria [N. del E.] .
  2. Elizabeth Eckford perteneció al grupo de los nueve estudiantes afroaestadounidenses de Little Rock que en 1957 desafiaron la segregación racial al integrar la escuela secundaria Central High en Arkansas, bajo protección militar. Su imagen, caminando sola entre una multitud hostil, se convirtió en símbolo de la lucha por los derechos civiles [N. del E.].

***

Tal vez te interese