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Cuando hace cuatro años atrás la entonces ministra de Educación, Natalia Spinuzza apareció en un video reconociendo que estaba drogada porque se había fumado “un churro enorme” los puntanos asistimos casi a un acto de desagravio por parte del Gobernador Alberto Rodríguez Saá. Y por informar ese hecho -lo que el mandatario definió como una canallada- un periodista fue enjuiciado y declarado culpable por la Justicia Provincial.
Este domingo, un grupo de Policías sospechó que algunos chicos de los que cantan rap en la Plaza Pringles estaban fumando marihuana y los reprimieron con maniobras que, por la torpeza con que fueron ejecutadas, pudieron haber terminado en una desgracia mayor.
Es evidente la doble vara con la que el Gobierno mide según quién es el protagonista. Si se trata de una ministra, se la victimiza; si se trata de don nadie, se los reprime. Así pasó en la pandemia cuando algunos funcionarios quedaron impunes pese a violar el confinamiento, no así otros ciudadanos que fueron expuestos para el escarnio público en los reportes diarios que transmitían los medios oficiales.
¿Instruirá el Procurador general de la Provincia, Luis Martínez, a los recientemente asumidos fiscales -algunos de ellos sin pasar o aprobar examen alguno- para que de oficio investiguen el proceder de esos efectivos policiales?.
