La Casa de los Gobernadores de San Luis: Gobernadores inquilinos, propietarios y residentes

9 de julio de 2022
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Residencia oficial de Puente Blanco, San Luis. (1968/2019).

“¿Dime niño, me puedes indicar dónde vivo?” (preguntó el Gobernador de San Luis, mientras trastabillaba y daba evidentes muestras de encontrarse en un avanzado estado de alcoholismo…). –“Pero Ud. ¿no es el gobernador?” (respondió asombrado el niño en aquella fría madrugada puntana). –“Yo te he preguntado donde vivo, no quien soy …!!!)” .

(Historia del siglo XIX relatada por el escritor puntano Eduardo Belgrano Rawson en su novela “Noticias Secretas de América”.

 

Por Juan José Laborda Ibarra.

 

En estos días, y a  través de algunas páginas web se han llevado a cabo publicaciones críticas y parciales de la historia de la ex Residencia Oficial de los Gobernadores de San Luis, conocida también como “de Puente Blanco”.

Desde su creación en 1968 como “Casa del Gobernador” hasta su cambio de destino por desafectación –en actual Centro Oncológico Provincial por Ley NºV-0997-2018-, han transcurrido desde entonces 51 años.

De todo ese tiempo algunos comentaristas -no todos desde luego-, han focalizado su atención sólo en los dos primeros años: de 1968 a 1970.

Para decirlo en término de “porcentajes”: concentran su mirada sólo en el 4% de su larga y anecdótica historia. Es válido preguntarse entonces ¿y el resto de ese tiempo?.

San Luis tiene una larga y variada  historia en relación a las residencias donde vivieron sus gobernadores –tanto militares como constitucionales-, mientras ejercían sus cargos.

 

Las Residencias Oficiales en otras provincias.

Muchos países poseen residencias oficiales para sus Jefes de Estado.

Argentina posee para el Presidente de la Nación la “Residencia de Olivos”, y también una veraniega en el Complejo Turístico de Chapadmalal.

EE.UU posee la Casa Blanca, España tiene el Palacio de la Moncloa, Italia el Palacio Quirinal, y Francia el Palacio Eliseo. Conviven en ellas, las sedes de gobierno y las residencias oficiales de sus Presidentes.

Hay Provincias en la Argentina que las tienen y otras no.

La tienen San Luis- ahora trasladada al edificio de la Pirámide de Terrazas-, Salta, Misiones, Formosa, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén, Corrientes, Chubut, Chaco, San Juan (hoy no la usa) , Buenos Aires, Catamarca (hoy no la usa), Mendoza, entre otras.

Mendoza tiene en el 8° Piso de la Casa de Gobierno del Barrio Cívico, un departamento para uso exclusivo del Gobernador, y ahora acaba de recibir una nueva por donación del empresario Enrique Pescarmona –aceptada mediante Decreto Nº399 del año 2017-, ubicada en La Puntilla, Lujan de Cuyo, y que solo se usa para ciertos agasajos oficiales.

Neuquén posee una desde 1964 –adquirida según Ley N°388-. La famosa y bella “El Messidor”, ubicada en Villa La Angostura frente al Lago Nahuel Huapi.

La Provincia de Buenos Aires la tiene dentro del edificio gubernamental de La Plata. Interesante es el caso de su anterior Gobernadora María Eugenia Vidal, que al no poseer vivienda propia en esa provincia, debió habitar junto a sus hijas –y por razones de seguridad- una base militar.

Muchas otras las alquilan con ese destino cuando el gobernador de turno no es vecino de la ciudad sede del gobierno, como es el caso de Santa Fe donde su actual Gobernador Omar Perotti proviene de la Ciudad de Rafaela.

Los llaman  Gobernadores “inquilinos”…

El domicilio de nuestros gobernadores.

Tres han sido los domicilios de nuestros gobernadores en el tiempo, siguiendo en ese tema las investigaciones que hiciera el ex Gobernador Reynaldo A. Pastor en su Libro “San Luis, Una gloriosa y callada gesta” (Bs. As. 1970, págs. 356/57).

Están aquellos que siendo habitantes de nuestra ciudad capital, vivieron en sus propios domicilios particulares (los llamaremos “gobernadores propietarios”); los que no siendo oriundos de esta Ciudad alquilaron mientras lo fueron (“gobernadores inquilinos”), y los que, cualquiera haya sido su situación anterior, decidieron  vivir en la Residencia Oficial de Puente Blanco (“gobernadores residentes”).

A modo de ejemplo podemos citar:

Gobernadores propietarios: Justo Daract (Belgrano Nº594 esquina Colon); Juan Barbeito (Colon Nº766/68); Juan  Saa (9 de Julio Nº976); Toribio Mendoza (San Martin Nº640); Eriberto y Jerónimo Mendoza (San Martin Nº562); Esteban Adaro (Ayacucho Nº689); Adolfo Rodríguez Saa (Rivadavia Nº688), Alberto Arancibia Rodríguez (Colón esquina Ayacucho); Ricardo Rodríguez Saa (Rivadavia y Belgrano); Víctor W. Endeiza (Avda. Quintana Nº258); Alberto Domeniconi (Republica del Líbano Nº57, antes Junín); Juan Ángel Gregorio Vivas (Pringles esquina Mitre).

Ayacucho y Colon, San Luis. Casa del Gobernador Alberto Arancibia Rodríguez.

 

Gobernadores inquilinos: Juan Esteban Pedernera (Colon Nº766/68); Carlos Alric (San Martin Nº844); León Guillet (Avda. Quintana Nº268); Santiago Besso (San Martin Nº1250).

San Martín 1244 . Casa alquilada donde vivió el Gobernador Santiago Besso.

 

Gobernadores residentes: Matías Laborda Ibarra, Rafael Blanco Moreno, Elías Adre, Hugo Marcilese, Hugo Nicolás Di Rissio; Adolfo Rodríguez Saá; Alicia Lemme; Alberto Rodríguez Saá y Claudio Poggi.-

 

Residencia Oficial: ¿Necesidad de estado o lujo de casta? 

Cuando en el año 1968, el entonces gobernador militar Matías Laborda Ibarra decidió adquirir la vivienda ubicada en Puente Blanco para transformarla en Residencia Oficial del Gobernador, seguramente para una parte de la opinión pública de entonces, tal decisión iba generar sorpresas y rechazos.

Como buenos provincianos –al menos en esa época-, los puntanos estaban acostumbrados a ver y a tratar a quien ocupaba ese cargo casi como un vecino más.

Laborda Ibarra, quien si bien era originariamente de San Luis vivía entonces en la Ciudad de Buenos Aires, al asumir el cargo en Enero de 1967 iba a residir durante los primeros 20 meses como “gobernador inquilino”; primero en la casa de su madre de Belgrano Nº840, y después, en un departamento ubicado en el edificio del entonces Banco Provincia de calle Pringles esquina Rivadavia.

Gobernador Laborda Ibarra en una inauguración. 1968.

En Noviembre de 1968, y mediante Ley Nº3302  adquirió para el Estado Provincial un inmueble ubicado en la zona de Puente Blanco, de mayor superficie, donde se ubicaba la vivienda que después sería la Residencia Oficial del Gobernador.

Desde entonces hasta 2019 y durante 51 años, todos los gobernadores que le sucedieron -cualquiera sea su legitimidad de origen y hasta su pertenencia partidaria- vivieron ahí junto a su familia (con la única excepción de Juan Vivas, aunque se usó para algunos actos oficiales).

Todos ellos fueron “gobernadores residentes”

Vale entonces hacer algunas reflexiones al observar la pacifica continuidad  histórica de nuestros gobernadores en este último medio siglo.

¿Lo hicieron porque se sintieron con el derecho de vivir como “casta política”, o porque había en ello verdaderas “razones de estado”, que requerían para su función un resguardo de seguridad y comodidad institucional.

Tema para debatir seguro…

 

La ética del político o del hombre de estado.

En 1918 la Residencia Presidencial de Olivos fue donada con ese cargo y/o destino, habiéndola aceptado el presidente de entonces Hipólito Irigoyen.

¿Alguien podría acusarlo por tal decisión como perteneciente a la “casta política”?.

Arturo Illia y hasta el mismo Raúl Alfonsín vivieron en ella mientras fueron Presidentes.

¿Alguien podrá reprocharles no haber sido hombres éticamente íntegros, por haber vivido ahí?.

El cargo o la función de un Jefe de Estado suele requerir el  “gozar de ciertas comodidades” que suelen ser muchas veces incomprensibles para  el hombre común.

Ya lo decía el filósofo José Ortega y Gasset en su célebre ensayo “Mirabeau o el Político”: “la moral del hombre público no es la misma que la del hombre privado, siendo esta última más parecida a la del padre de familia…”. “Al hombre público se le exige primeramente otra clase de “virtudes”, la serenidad y fortaleza para afrontar los peligros, poder de actuar con determinación; clara visión de las necesidades de la Nación; carencia de vida privada, piel dura (“paquidermo humano” lo llamaba), etc.

Desde luego están los casos de “usos” y “abusos” en el ejercicio de ese cargo.

Gobernador Elías Adre. 1973.

Desde un extremo al otro; desde la “Fiesta en Olivos” que protagonizó el Presidente Alberto Fernández durante la reciente cuarentena, al escarnio que padeció el ex Gobernador de San Luis Elías Adre, cuando tras su derrocamiento por el golpe militar de marzo de 1976, se le inició una causa penal bajo la acusación de “haber adquirido un domingo a la noche y mediante contratación directa en su comercio de Concarán, un juego de toallas y sabanas para ser utilizadas de urgencia ante la venida de un importante funcionario nacional y cuyo hospedaje en San Luis era la misma residencia de Puente Blanco”.

 

Contar con una vivienda oficial que garantice una seguridad mínima y comodidades propias de esa función, ha sido desde hace muchos años una decisión responsable en la mayoría de los gobiernos nacionales y provinciales.

En un país como el nuestro donde su cultura política es tan personalista, no pocas de sus más importantes decisiones se han tomado en esos ámbitos casi privados y alejados del escrutinio público como suelen ser las tradicionales Casas de Gobierno.

¿Alguien cree que la historia política de este país se desarrolló solo en la Casa Rosada, o -como creemos muchos-, en igual cantidad y calidad en los aposentos y hasta en los parques de la Residencia Presidencial de Olivos?.

 

Carlos Saúl Menem y Raúl Alfonsin caminan en la Residencial oficial. retratados por el fotógrafo de la Presidencia de la Nación Víctor Bugge.

 

¿Quién no recuerda la foto de Raúl Alfonsín y Carlos Menen acordando la transición presidencial de 1989  mientras caminaban solitariamente por las calles internas de Olivos?

La Residencia Oficial de Puente Blanco encierra en todos sus años de vida más de medio siglo de nuestra historia política.

En su interior se tomaron muchas decisiones de estado, de las buenas, de las malas y hasta de los peores.

Esa es nuestra historia, y no se borra con ninguna ley de cambio de destino o de desafectación.

 

Escribano Juan José Laborda Ibarra.

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