“Una de las cosas que no les dije y que la verdad es que yo me siento muy mal por haberlo hecho es que hemos dejado de pagar parte de los fondos que le tenemos que girar a la AFIP. Lo vamos a resolver en la inmediatez posible. Es la primera vez en cinco años que hemos dejado de pagar las contribuciones a la AFIP… La Universidad ha cortado los pagos a la AFIP porque no tenemos fondos para hacerlo”.
La frase en boca del Rector de la Universidad Nacional de Villa Mercedes, David Rivarola sonó como un mazazo en la sexta sesión ordinaria del Consejo Superior de esta universidad, el 31 de agosto pasado y aún hoy sigue generando reacciones.
Los consejeros se miraron preocupados tras la brutal confesión de lo que en términos simples, representa la admisión de un delito. Sin embargo, quisieron mostrar comprensión y se quedaron con su promesa de resolverlo “en la inmediatez posible”.
Pasaron los meses, comenzaron a escasear los insumos básicos en la universidad, como el papel higiénico. Se cortaron las compras de café y yerba para el personal. Interrumpieron algunos programas de extensión. Dejaron de pagarse las horas extras. Economía de guerra, que le dicen.
El rector David Rivarola luego tomó una decisión que, para algunos, revela su equivocado concepto de gestión. Volcó todos los ahorros para reciclar el viejo edificio de Casa Ribeiro, en pleno centro de Villa Mercedes, para transformarlo en una gran sede administrativa y de rectorado. Esta acción, que se demoró bastante, sin embargo no resolverá el principal problema que tiene la universidad, que es la carencia de una sede propia para el dictado de clases. Actualmente tiene alquilado o en comodato, cinco inmuebles, uno en Justo Daract y cuatro en Villa Mercedes; Ex escuela Madre Cabrini, Escuela Nacional, Escuela Normal y Sociedad italiana. Sin contar otras casas en las que trabaja el personal no-docente.
Una increíble fragmentación que tiene mareados a los ingresantes y alumnos, que deben estar preguntando dónde tienen clase cada día.
“Rivarola se equivocó mal: reventó más de 60 millones de pesos que eran una especie de fondo anticrisis más otros 20 millones que le dio nación, para remodelar un edificio que no nos resolverá el problema de las aulas. Encima para el año que viene, cuando se crean los primeros años, ya no nos alcanza y están buscando qué otros lugares nos pueden prestar”, afirmó molesto un consejero de la oposición.
Así se llegó a fines de noviembre, cuando docentes y alumnos se enteraron que a pesar de su promesa, el rector nunca regularizó los pagos adeudados a la AFIP. Días pasados, Fernando Quiroga Villegas, Arnoldo Pucci, secretarios generales de los sindicatos docentes, y Walter Roldán, del gremio no docente de la Universidad Nacional de Villa Mercedes, presentaron en forma conjunta ante el Consejo Superior, una solicitud de informes fechada el 22 de noviembre para reclamar información sobre el pago de los aportes patronales de la universidad.
“Se le requiere al Consejo Superior que informe sobre los Aportes y Retenciones Patronales correspondientes a los haberes del personal universitario (docentes y no docentes) a fin de poder determinar si dichos aportes han sido efectivamente depositados en la AFIP. Asimismo, para el caso no de haber sido realizado el depósito de estos, se requiere que informe en qué períodos no fueron efectuados, y desde qué fecha se estarían adeudando dichos Aportes y Retenciones Patronales”, dice la carta firmada por los dirigentes gremiales.
La sospecha es que la UNViMe adeuda los aportes patronales de los últimos cuatro o cinco meses, como mínimo.
De confirmarse, el incumplimiento podría tener derivaciones judiciales dado que se trata del desvío de fondos que la Nación le gira a la UNViMe para cumplir con determinadas obligaciones, pero que finalmente se usaron para otros asuntos, una maniobra que puede encuadrarse como delito. Otros agregan “retención indebida y abuso de autoridad”, todas cuestiones que entran dentro de la figura de “incumplimientos de los deberes de funcionario público”.
Una versión da cuenta que el secretario de Políticas Universitarias (SPU) de la Nación, Oscar Alpa, que pasó por San Luis en los primeros días de noviembre, se notificó de este incumplimiento de una manera muy particular y quedó en shock.
Habría sido en una cena en la que el rector le graficó la mala situación financiera de la Universidad y no tuvo mejor idea que contarle que había tenido que dejar de pagar las contribuciones con la AFIP.
Según esa versión, Alpa se sorprendió por la insólita confesión y le respondió que lo hubiera podido ayudar hasta cinco minutos antes de esa conversación, pero que no ahora ya enterado de ese incumplimiento de los pagos ante la AFIP, cuestión que lo involucraba a él como funcionario nacional: ¿cómo podría gestionar fondos nacionales para una Universidad que incumple sus compromisos ante la AFIP y que los utiliza para otras actividades, siendo que él mismo que autoriza los fondos está al tanto de esos delitos?
El funcionario nacional no estuvo errado. Cualquiera podría culparlo de complicidad o encubrimiento, posición en la que lo dejó Rivarola al comentarle impunemente la maniobra.
En este contexto, se vive actualmente un clima tenso en la universidad, porque el rector se ha distanciado con varios colaboradores y directores de escuela, por sus decisiones apresuradas y sus malos tratos. A todos los exige tomar decisiones que escapan a su voluntad y tienen un único destino, que es sentar las bases de su reelección, cuando se voten las nuevas autoridades el año próximo.
“Es lo único que le interesa, ser reelecto. Está nervioso, discute y se enoja mucho. No soporta cuando le marcan que se equivocó en alguna decisión. Encima está paranoico y cree que todos son sus enemigos”, informó un colaborador cercano que sufrió el alejamiento de su entorno por su sinceridad.
La situación es compleja, tanto en términos legales para el rector, como institucionales, ante el comienzo de un nuevo ciclo lectivo y el faltante de aulas para el dictado de clases.
De continuar esta senda, y si no recibe fondos frescos en lo inmediato, el Rector David Rivarola difícilmente pueda aspirar a un nuevo mandato. No sólo no podrá cumplir con la máxima: “Billetera mata galán”, sino que terminará dando explicaciones a sus superiores del Ministerio de Educación de la Nación y a la justicia federal.