Crónicas de una despedida: parte I

17 de junio de 2023
Rodríguez Saá y su juego preferido, el ajedrez. Al lado, un tablero de Ta te ti. (Ilustración gentileza).

Alberto Rodríguez Saá: De campeón de ajedrez a perdedor del Ta te ti… Una cruel ironía de la historia…

“Ta te ti: juego  infantil  donde  tras  movimientos sucesivos y alternados entre dos jugadores, gana aquel que logra colocar primero las tres fichas propias en línea recta sobre el tablero…”

Hace unos años, un antiguo político puntano solía describir el sistema electoral para Gobernador de San Luis de la siguiente manera: “las elecciones a Gobernador de San Luis nunca las pueden perder los oficialismos… Se parecen al juego infantil del Ta te ti: el jugador que inicia el juego desde el centro del tablero, técnicamente es imposible ser derrotado…”, y terminaba agregando: “…salvo que se distraiga o… ¡sea muy zonzo!”‘.

Esta afirmación, más propia del folclore político que de un verdadero demócrata, se basaba en el hecho de que desde el inicio de las experiencias electorales de San Luis a Gobernador, ningún oficialismo había perdido una elección, y que los “cambios de color político” en la provincia sólo se producían a través de golpes militares.

La fórmula electoral ganadora se basaba en dos factores: en primer lugar, el sistema electoral de simple mayoría, denominado “a simple pluralidad de sufragios”, y en segundo lugar, el uso -y abuso- del aparato estatal durante toda la campaña.

El primer factor, el sistema electoral que aún está vigente en nuestra Constitución Provincial, establece que se puede ganar con cualquier porcentaje de votos obtenidos, bastando con obtener un voto más que el segundo partido, independientemente del porcentaje que el primer partido obtenga sobre el resto del electorado. No se requiere obtener “la mitad más uno” de los votos, conocido como de “mayoría absoluta”.

El segundo factor mencionado es el volcamiento de todos los recursos del Estado a favor del candidato oficialista, sin ninguna limitación, conocido en la literatura política argentina como ‘la maquinaria’. La única excepción a esta “regla victoriosa” en San Luis fue la elección de 1922, cuando la unificación de toda la oposición conservadora logró derrotar al oficialismo radical de entonces a cargo del médico Carlos Alric, gobernador 1917/21.-

Las causas de la derrota oficialista fueron dos: la recurrente crisis del partido radical puntano en ese entonces y la unidad de la oposición conservadora. El Gobierno Nacional del Presidente Hipólito Yrigoyen había intentado resolver la crisis enviando intervenciones federales a la Provincia en tres ocasiones durante ese periodo (Celesia, Bellinghieri y Cubas). En las elecciones convocadas posteriormente, la oposición unida triunfó con la candidatura de León Guillet (1922/26).

Carlos Alric (1917/21) votando el día de su elección. Leon Guillet (1922/26).

Desde entonces, ningún oficialismo había perdido una elección a gobernador, hasta el pasado domingo 11. Después de 101 años, un nuevo oficialismo volvió a perder en San Luis una elección a Gobernador. Fue la segunda “excepción” a la regla del oficialismo “triunfador”.

Manteniendo el mismo sistema electoral, el oficialismo apostó a mantener la “regla del invicto”. La maquinaria electoral se mostró como siempre, totalmente impúdica. Se realizaron entregas indiscriminadas de créditos, anticipos de sueldos a toda la administración pública, adjudicaciones de viviendas, promesas de ascensos inmediatos y estabilidad en la carrera administrativa, así como repartos de bolsas de alimentos, chapas y todo tipo de materiales de construcción. Además, se llevó a cabo una abrumadora propaganda que saturaba las redes sociales, entre otros medios.

Todo esto se asociaba directamente a la imagen de los candidatos oficiales. Los niños puntanos decían: “Poco faltó para que al abrir las heladeras de nuestras casas, saliera de adentro el mismo ‘Gato».

Y como siempre, se utilizó también el miedo a la pérdida de empleos y planes sociales por parte de los beneficiarios. La coacción a los votantes fue total. Así, los principios de libertad y pureza del sufragio establecido en la Ley Sáenz Peña de 1911 y en nuestra Constitución Provincial en su artículo 93, quedaron en letra muerta.

Frente a este nuevo episodio electoral ‘excepcional’, es legítimo que nos preguntemos: ¿podemos analizar esta segunda derrota histórica del oficialismo utilizando la lógica del juego del Ta te ti, como decía aquel experimentado político puntano? Creemos que sí.

En estas elecciones, como ya se dijo, Alberto Rodríguez Saá cometió un error garrafal que era previsible: se distrajo o, en otras palabras, fue muy zonzo (el lector podrá juzgar cuál calificativo es el más adecuado).

¿Cuál fue ese error tan grave? Junto a su pésima y decadente gestión y al hartazgo social tras 40 años de gobierno familiar, sancionó la llamada Ley de Lemas para esta elección de Gobernador.

Esta ley electoral, con su estructura de sumatoria de distintas fracciones o partes, permitió e incluso facilitó la unidad de todo el arco opositor. Tras la candidatura de Claudio Poggi, se alinearon todos los sectores políticos opositores de la provincia. Como alguien ironizo, “… sólo faltaron los terraplanistas de Fabio Zerpa…”

Alberto Rodríguez Saá, como jefe político del oficialismo, olvidó el antiguo consejo de Nicolás Maquiavelo: “para gobernar, divide y reinarás”. Con esta Ley de Lemas, el gobernador convirtió su estrategia de supervivencia en: “todos unidos contra mí’, y así le fue.

Siguiendo la lógica del juego del Ta te ti, Rodríguez Saá dejó libre el ‘centro del tablero’, que inmediatamente ocupó Claudio Poggi en su siguiente movimiento. Una vez que el candidato opositor se apoderó del centro del juego de poder, el resultado de los comicios fue previsible.

Hoy, mirando desde la perspectiva de la historia electoral de San Luis, el resultado de esta elección parece una cruel ironía: “quien se promovía y se autopercibía como un campeón de ajedrez, Alberto Rodríguez Saá, perdió su poder debido a que olvidó las reglas básicas del Ta te ti.

La Caja de los Trebejos, sede del mundial de Ajedrez en 2005.

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