Llega diciembre y los argentinos inexorablemente recordamos aquellos aciagos días de desorden institucional por los que atravesamos luego de la renuncia del presidente Fernando de la Rúa.
Y particularmente los puntanos volvemos a revivir esas horas en las que Adolfo Rodríguez Saá se hizo cargo de la presidencia del país.
Las lecturas de esos momentos aún generan debates y requieren de miradas interpretativas, enriquecidas con el paso del tiempo.
A veinte años de aquella recordada semana de diciembre, la revista Comunas entrevistó a Adolfo Rodríguez Saá para reflexionar sobre un país que sistemáticamente pareciera repetirse en la discusión, veinte años después, de los mismos o más graves problemas, empezando por su traumática relación con el Fondo Monetario Internacional.
Aquí se reproduce esa entrevista realizada por el periodista Rodrigo Marcogliese de la Revista Comunas.
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A 20 años de la “Crisis del 2001”, la Revista Comunas dialogó con el Senador nacional Adolfo Rodriguez Saá. El puntano presidió el país del 23 al 30 de diciembre de ese año y aseguró que su solución significaba terminar con el negociado de la deuda externa. Sin embargo, dos décadas más tarde el FMI vuelve a torcer los destinos del país con una deuda irresponsable. La memoria, la impunidad y la falta de federalismo fueron los ejes de esta nota.
Por Rodrigo Marcogliese
– Los últimos dos Presidentes son de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ¿Condiciona poder concretar un Gobierno federal?
– No pasa por el origen de las personas porque puede ser un ciudadano de cualquier distrito, lo que condiciona el tipo de Gobierno son las políticas. La Argentina, en nombre del federalismo, va en una tendencia con mayor criterio unitario. Para que exista ese modelo tiene que haber federalismo fiscal, es decir, una justa y correcta distribución de los impuestos provinciales que cobra la Nación. Pero se achica la masa coparticipable y aumenta la discrecionalidad del Poder Ejecutivo nacional, y de esa manera se arrodilla a los gobernadores que se transforman en simples gerentes o CEOs de los intereses centrales.
– La Ley de Coparticipación…
– Hasta el gobierno de Raúl Alfonsín no había Ley de Coparticipación y los gobernadores teníamos que venir a capital para hablar con el Ministro del Interior y que nos dieran partidas para realizar obras y pagar sueldos, era una forma de dominación. El manejo de las finanzas públicas las tenía el centralismo del Gobierno nacional. La Ley de Coparticipación llegó para enmendar eso, con la salvedad que la que hicimos establecía que el 52% de lo que se recaudaba iba a las provincias, un 4% para emergencias, y el porcentaje restante era para la Nación. Hoy, un 70% se lo lleva la Nación y el 30% para las provincias. Deberíamos repensar y actualizar los conceptos del federalismo.
– Se cumplen dos décadas de que asumió la Presidencia y la noticia nuevamente son las exigencias del FMI. ¿Por qué cree que existe un comportamiento cíclico en el tema deuda?
– Estamos igual que hace 20 años, discutiendo cómo llegar a un acuerdo, y con la exigencia de hacer ajustes. Mi crítica ahora y en ese momento fue buscar en los orígenes de la deuda y preguntar: ¿Por qué nos endeudamos?, ¿Para qué nos endeudamos?. Un ejemplo sencillo puede ser el de una familia que pide un crédito para construir su casa, y hacen esfuerzos para pagar la deuda pero al final habrán obtenido su hogar. Por el contrario, sus vecinos contrajeron el mismo crédito pero lo utilizaron para pagar a los usureros, y lo dilapidaron en la ruleta. A fin de cuentas, esa familia estará fundida. El endeudamiento para pagar la timba no es patriótico, el endeudamiento sólo se justifica si es para hacer obras de infraestructura que permitan que esas inversiones traigan el progreso y crecimiento económico y social del país.
– ¿Por qué no se investiga?
– No hay decisión política de hacerlo. Hay que elevar a un nivel de patriotismo a toda la dirigencia, que dejen de pensar en los egos y piensen en la patria.
– En este caso el propio Mauricio Macri reconoció en un medio para qué fue la toma de deuda, ¿Por qué puede admitirlo sin temer ningún tipo de condena?
– Porque hay impunidad de la comparsa de un establishment económico y financiero, y una prensa que se presta al juego porque las comisiones legales, y posiblemente ilegales, son de cifras multimillonarias en dólares. Es el negocio de unos vivos que hunde a la Argentina en la pobreza. ¿Puede existir un país como el nuestro que produce alimentos para 400 millones de habitantes y la mitad de su población no tiene para comer? ¿Es justo vivir así? ¿Es correcto que la clase dirigente descarte a esa mitad? Nos debemos preocupar en tener las propuestas para salir y ejecutarlas para elevar el nivel de vida de nuestra población. Es muy simple, tenemos que trabajar, producir.
– Sin embargo, la mayoría del país se mostró en favor de ese modelo. ¿Cuál es la razón por la que sigue primando el voto anti- otro espacio?
– Gastamos demasiada energía en estupideces, y no pensamos en dar una discusión geopolítica sería. Nuestro país es bicontinental, y es fundamental que desde muy chicos se aprenda que aquel pequeño cono ubicado en los márgenes derechos del mapa de Argentina es en verdad una extensión enorme de tierra, con grandes riquezas y sin habitar. Es el único paso del Atlántico al Pacifico en el sur, ningún barco puede pasar si no es por nuestra plataforma marina. Inglaterra con las Malvinas querrá dar la discusión, Chile lo mismo, y nosotros mirándonos el ombligo lo desatendemos.
– Una mirada puesta en la geopolítica… ¿En qué pensó primero en el 2001: los factores externos o la contención social?
– Lo primero que sucedió fue que desde todos los países del mundo me llamaron por teléfono o me transmitieron mediante una comunicación por escrito, un cálido saludo de apoyo. Desde Tony Blair (Primer Ministro del Reino Unido), José María Aznar (Presidente de España), el Presidente de Francia, el de Estados Unidos, representantes del FMI. Me mostraron arrepentimiento por haber empujado a la Argentina a semejante caos, se sentían responsables. Incluso durante la Presidencia de De la Rúa había existido un problema diplomático con Cuba, y Fidel Castro me mandó un comunicado a través de Venezuela. Hablé con todos sin importar posicionamientos ideológicos.
– ¿Asumieron responsabilidad?
– Se sentían culpables y estaban dispuestos a enmendar el daño ocasionado. La encargada del FMI me pidió disculpas por no viajar a la Argentina porque eran sus vacaciones pero la primera semana de enero iba a estar acá para encontrar una solución. Se basaba en dos pilares: tener una Ley de Coparticipación Federal, que tratamos en Chapadmalal; y eliminar el déficit fiscal, para ello sacamos del presupuesto todas las partidas superfluas e innecesarias y con ello lográbamos tener un presupuesto equilibrado y sin ajuste. Es decir, que desde el Fondo iba a venir en enero y nosotros íbamos a entrar a la cancha ganando 2 a 0. La deuda Argentina no valía nada, en los mercados era del 20%, y el FMI la iba a comprar y otorgarnos un crédito a largo plazo para pagarla, lo que significaba abonar la mitad de los intereses que teníamos en ese momento. Pero se eligió otro camino, el de la pesificación asimétrica.
– ¿Hubo más apoyo internacional que nacional?
– Las soluciones significaban terminar con el negociado de la deuda externa. Ganaron los comisionistas que consiguieron los créditos y los abogados que negociaban con los buitres, mientras el pueblo pasaba hambre y miseria.
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