Esta semana, la ex intendenta de Nogolí y actual diputada Claudia Pinelli firmó una carta documento que fue dirigida al gobernador Claudio Poggi intimándolo a pagar los sueldos de los estatales en una sola entrega.
La decisión de desdoblar ese pago fue fundamentada por el propio Poggi en el primero de una serie de cuatro informes dirigidos a los ciudadanos de San Luis en lo que explicó cómo fue que Rodríguez Saá fundió a la provincia, un proceso de vaciamiento que se aceleró a partir de su derrota electoral del 11 de junio.
Pinelli asegura que sólo ella firmó la carta y no la totalidad de los diputados de Unión por San Luis sólo por una cuestión de lejanía geográfica y a los fines de facilitar su envío a Poggi.
Sin embargo, hay otra historia para contar detrás del envío de esa intimación que Pinelli firmó en la más absoluta soledad.
Esa historia comienza así.
De un lado del teléfono, su dueño, el diputado Fredy Berardo. Del otro lado, y pidiendo que lo pusieran en alta voz para que todos los escucharan, Alberto Rodríguez Saá.
¿Qué pasa muchachos, están cagados?… preguntó Rodríguez Saá sin esperar respuesta. Tienen que mandarle una carta a Poggi denunciándolo por pagar en dos partes el sueldo de los estatales, les dijo.
Esa fue la orden que recibieron los legisladores de Unión por San Luis que estaban reunidos y que lo escuchaban haciendo silencio, a distancia, a través de altavoz del teléfono de Berardo.
Una vez que cortó la comunicación, Pinelli escribió el texto que dictó Rodríguez Saá, y pidió que sus pares lo firmaran, pero varios de esos diputados se negaron a ponerle el gancho a esa carta.
Así fue que la ex intendenta de Nogolí que enfrenta varias causas judiciales, decidió ponerle su firma y presentarla públicamente como una decisión de todos los legisladores del bloque Unión por San Luis. De esa manera no quedaría en evidencia la fractura interna.
Hay que decir que el núcleo duro del “albertismo” ha quedado concentrado en una docena de diputados, entre los que aparece y para sorpresa de muchos, el diputado Walter Aguilar, quien en 2001 renunció a la intendencia de Villa Mercedes cuando iba a ser destituido, fruto de un movimiento político que siempre se le adjudicó a Alberto Rodríguez Saá para eliminar del tablero a un joven dirigente de sólo 37 años, entonces con una interesante proyección política.
El resto de ese bloque legislativo mantiene en forma individual, en sus localidades, reuniones con otros diputados del oficialismo, autoridades legislativas y dirigentes del armado provincial del poggismo que se mueven por la provincia. Están abiertos al diálogo.
Tarde o temprano el instinto de supervivencia política de esos dirigentes entrará en escena, y es por eso que algunos aventuran que habrá sorpresa cuando la Cámara defina a las nuevas autoridades para el período 2024.
Pinelli, la única firmante de la carta, está jugada.
La ex intendenta de Nogolí que llegó a ese sillón municipal en una elección sospechada de fraude -votos marcados y apriete a los trabajadores de los planes sociales- y tras ser nombrada dos años antes como interventora por Alberto Rodríguez Saá arrastra la pesada carga de una serie denuncias que se tramitan en la Justicia Federal por no rendir cuentas en su gestión.
Sólo por el ocultamiento de información económica en 2018, 2019, 2020 y 2021 tiene juicios iniciados por más de 113 millones. Eran fondos que le había transferido el Estado provincial y por los que le reclaman rendiciones.
No son los únicos, hay una serie de expedientes judiciales en compás de espera a que finalice su mandato legislativo en 20205.
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En una semana en la que el gobernador Poggi hizo públicas denuncias sobre una decena de hechos de corrupción de la anterior administración provincial y a la espera de ver qué hacen los actores judiciales viene bien escuchar las palabras de Monseñor Gabriel Barba sobre el sentimiento de asco que produce en la sociedad ese tipo de inmoralidad y delito.
“Gracias a Dios que siempre tengamos ese sentimiento -de asquearse ante la corrupción-, no lo perdamos. Lo malo es cuando naturalizamos la corrupción, eso es grave. Ojalá siempre nos asqueemos, y ojalá nunca nos acostumbremos. Y ojalá como muchos recibimos una buena educación de nuestros padres, yo así la he recibido, y las enseñanzas de mi papá de la honestidad, de la palabra, de si uno dijo blanco es blanco y no es otra cosa, a eso tenemos que fortalecerlo…. No puede ser que tengamos como normal que haya cosas que sólo funcionan con la corrupción. No podemos normalizar que la política sea corrupta… Cuando la política se mira para un bien particular, individual o un negocio individual ahí se degenera. Tenemos que fortalecer las instituciones, fortalecer la política para que la política de verdad sea un instrumento para el bien común”.
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Salud.