Poggi y el poder de la palabra

por 19 de febrero de 2022
Claudio Poggi candidato a Gobernador por el lema Cambia San Luis.

Claudio Poggi, con cuya imagen como estandarte el frente opositor ganó las dos últimas elecciones en 2021 tiene un enorme desafío de construcción política de cara a la elección a Gobernador 2023.

Necesita asegurarse los puntos que le faltan para llegar al 50,1% de los votos, en una elección que será muy polarizada aunque muy diferente en términos de lo que significará ganar o perder, tanto para los candidatos como para la sociedad. No será una disputa electoral sólo por el gobierno diario de los próximos cuatro años, sino que definirá el rumbo de toda una década por venir.

La magnitud de ese desafío, desde las herramientas que dispone la oposición, reclama de una firme convicción para enfrentarlo con plenitud, con vocación de triunfo, con seguridad. Una actitud muy superadora a la que algunos dirigentes que forman parte de ese frente electoral integrado por Avanzar, por el PRO, y el Partido Demócrata proyectan. Parece que aún no se hubieran dado cuenta de la dimensión del triunfo que obtuvieron en las elecciones de setiembre y noviembre pasado.

Ganaron sin el acompañamiento del radicalismo orgánico, institucional. Esto es, sin la participación de quien fuera su mayor socio político en las elecciones de 2019. Incluso en algunos lugares contra ellos mismos.

Y le ganaron al poderosísimo aparato del oficialismo provincial.

Como si no supieran mostrarse ganadores. ¿Les cueste creer en el triunfo que obtuvieron? ¿Acaso tantos años derrotados les limó la autoestima política?

Algunos propios, -y otros ajenos que recelan de ese triunfo-, hablan como si no dimensionaran el enorme logro político que obtuvieron, lo que significa ganarle a una estructura con recursos ilimitados, en lo económico, en lo institucional, en lo propagandístico, con capacidades infinitas para resolver cualquier tipo de situación a su favor, que da o quita a su antojo. 

Tal vez no lean un par de datos que reflejan el humor político social de los últimos tiempos en San Luis y luego de 38 años de un mismo color político. Alberto Rodríguez Saá logró su reelección en 2019 con el 42,34% de los votos. Dos años después, el PJ obtuvo el 45,59% en su mejor performance, en las generales de 2021.

Esto es, hay casi un 60% del electorado que no vota al oficialismo. 

Sabiendo que está muy cerca, ya que en noviembre pasado obtuvo el 46,08% de los votos. ¿Cómo logra el frente opositor pasar la barrera del 50%? ¿Cómo logra acrecentar su cosecha?

Seguramente con acuerdos. Y es Claudio Poggi el gran responsable de esta construcción.

En lo nacional fortaleciendo el vínculo que ya tiene con las figuras del arco opositor; desde Horacio Rodríguez Larreta pasando por todo los halcones y palomas de ese armado. Se requiere de un anclaje nacional.

En el territorio político provincial tiene que unificar a todos, a absolutamente todos porque la que vendrá será una elección muy polarizada. No le alcanza con ir solo. Necesita de cada voto opositor. Los propios, los de los partidos que jugaron sin llevar candidatos a diputado nacional, los 24 mil votos en blanco que significaron casi el 10% del total de votos positivos. Necesita de ese 60% que no vota oficialismo.

Hay una certeza, una convicción generalizada de que, con el nivel de polarización que habrá, quien no esté en la oposición estará en el oficialismo.

Volviendo sobre esa construcción cuyo principal responsable es Claudio Poggi, digamos que tiene él una extraña forma de construir políticamente. Tendrá sus razones. Malas experiencias, alguien podría argumentar en defensa de esa manera de moverse. Como sea, mal no le ha ido si se considera que supo convertirse en el líder de la oposición y que está muy cerca de pasar la barrera de los 50 puntos.

La suya es una manera que incomoda a algunos dirigentes de la oposición que reclaman a un Poggi más cercano a los dirigentes, que entienden que pueden aportarle lo que le falta. “Poggi trabaja como el Adolfo y habla como el Alberto, es decir, no habla -dicen-, y se necesita hablar». 

Su construcción parece más cercana a la gente que a los dirigentes, con lo cual abre una interesante discusión que pareciera que, en la vereda de enfrente, el PJ ya ha resuelto aunque haya perdido: se gana con los votos de la gente, no de los dirigentes.

Sin embargo, esta vez necesitará no sólo los votos de la gente; también los votos de los dirigentes. Necesita de todos los votos.

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